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Jugar al escondite

Eusebio Blasco y Soler


 


 

Personajes

Actores

 
 

Laura

Doña Matilde Díez

 
 

Isabel

Doña Sofía Alverá

 
 

Luis

Don Manuel Catalina

 
 

El brigadier

Don Antonio Vico

 
 

Pepe

Don Ricardo Morales

 


Los papeles de un Pollo, un Criado y un Mayordomo, son muy secundarios, y en obsequio del autor los han interpretado los Sres. Alisedo, Romea y Martínez, contribuyendo notablemente al buen conjunto de la obra.



 

Acto primero

     

Sala decentemente amueblada.

   
     

Escena I

   

LUIS, ISABEL.

   
     

ISABEL

¿Qué tal?

 

LUIS

Vengo muy contento;

 
 

el asunto va muy bien;

 
 

es posible que me den

 
 

esta noche el nombramiento.

 

ISABEL

¿De veras?

 

LUIS

Y ya logrado

 
 

nuestro constante deseo...

 

ISABEL

Yo al menos así lo creo.

 

LUIS

Brillará el sol despejado.

 

ISABEL

Ya te lo dije mil veces,

 
 

que eran nubes pasajeras

 
 

las de nuestro hogar.

 

LUIS

¡Si vieras

 
 

lo hermosa que me pareces!...

 

ISABEL

¿Y antes no?

 

LUIS

Siempre, mas hoy

 
 

resalta más tu hermosura,

 
 

y es porque se me figura

 
 

que estás, pues que yo lo estoy,

 
 

más alegre; y con certeza

 
 

dijo alguno, esposa mía,

 
 

que siempre fue la alegría

 
 

realce de la belleza.

 

ISABEL

Conque a ver, cuéntame.

 

LUIS

Nada,

 
 

que he visto al subsecretario,

 
 

un hombre muy ordinario,

 
 

con la cabeza pelada

 
 

entre usurero y frailuco,

 
 

con un aspecto de niño,

 
 

sesentón barbilampiño,

 
 

¡con una facha de cuco!

 
 

Pero en fin, cierro mi boca;

 
 

es persona muy cabal,

 
 

de quien no puedo hablar mal

 
 

si es verdad que me coloca.

 
 

Dice que él lo toma a empeño,

 
 

y que ha de ser y prontito.

 
 

¡Ay, dichoso destinito

 
 

que me está quitando el sueño!

 

ISABEL

Y ya logrado...

 

LUIS

Ya ves,

 
 

¿qué esperamos en Madrid?

 
 

Si voy a Valladolid,

 
 

antes que se acabe el mes

 
 

tomaremos el portante...

 

ISABEL

¿Tan pronto, Luis?

 

LUIS

Sí señora.

 
 

¡Será usted gobernadora!

 

ISABEL

Siempre fui tu gobernante.

 

LUIS

¡Es verdad, y sabia!

 

ISABEL

Al menos

 
 

prudente.

 

LUIS

¡Sabia!

 

ISABEL

Me adulas.

 

LUIS

Tú, sabiamente calculas

 
 

cómo remediar mis truenos.

 
 

Tú que mi hacienda y mi vida

 
 

gobiernas con ciencia y arte,

 
 

tú, a quien siempre al consultarte

 
 

fío en tu ciencia adquirida,

 
 

tú, que en los graves apuros

 
 

hallas para salir, tretas

 
 

hábiles, y las pesetas

 
 

conviertes en pesos duros;

 
 

tú, que con humor jovial

 
 

haces la casa un edén,

 
 

ora lo pasemos bien,

 
 

ora lo pasemos mal;

 
 

tú que tanto me contienes,

 
 

tú mi mujer adorada,

 
 

tú la perfecta casada

 
 

y la madre de mis nenes,

 
 

tú, en fin, que sólo deseas

 
 

mi dicha y mi bienestar,

 
 

y que me haces exclamar:

 
 

¡Oh mujer! ¡Bendita seas! (Abrazándola.)

 

ISABEL

Bendito tú, que por ti

 
 

hallo a todo mal ventajas,

 
 

bendito tú, que trabajas

 
 

y te desvives por mí.

 

LUIS

Hoy es un día dichoso

 
 

para quien tanto ha sufrido,

 
 

dudando... ¿Quién ha venido?

 

ISABEL

Pepe.

 

LUIS

¡Amigo generoso!...

 

ISABEL

Como su cuarto está al lado,

 
 

y pasando el corredor...

 

LUIS

¿Conque ha estado?

 

ISABEL

Sí señor.

 
 

Y muy amable que ha estado.

 

LUIS

¿Qué ha dicho?

 

ISABEL

Que nos quería

 
 

regalar...

 

LUIS

¿El qué?

 

ISABEL

Un piquito

 
 

que ha ganado ese maldito

 
 

ayer a la lotería.

 

LUIS

Tú le habrás dicho que no.

 

ISABEL

Diez mil reales... ya lo creo.

 

LUIS

Eso sería muy feo,

 
 

que nunca he de abusar yo

 
 

de su bondad.

 

ISABEL

Claro está;

 
 

¡cuánto favor le debemos!

 
 

dice que hasta que logremos

 
 

el destino, intentará...

 

LUIS

¡Si es muy bueno!

 

ISABEL

Y tan jovial...

 
 

Con más suerte... y luego es listo.

 

LUIS

Mucho, pero yo no he visto

 
 

un temperamento igual.

 
 

Por todas partes se mete.

 

ISABEL

De fijo que entre los dos

 
 

conseguís...

 

LUIS

Quiéralo Dios.

 

ISABEL

Ya ves, cuando lo promete...

 

LUIS

Ganas tengo, que llevamos

 
 

en Madrid ya un año entero,

 
 

gastando mucho dinero

 
 

y nada bueno logramos;

 
 

¡ay! a fe de Luis de Céspedes

 
 

que esta vida me desola.

 

ISABEL

Yo me paso el día sola...

 
 

y en una casa de huéspedes...

 
 

Es horrible; el tiempo pasa

 
 

sin que sepa una qué hacer.

 
 

¡Ay, rabio ya por tener

 
 

mi casa, mi propia casa!

 

LUIS

La tendrás.

 

ISABEL

Sólo hallo mal

 
 

irme de Madrid.

 

LUIS

¡Yo no!

 
 

¿Qué más da?

 

ISABEL

No pensé yo

 
 

viajar.

 

LUIS

A mí me es igual.

 
 

Yendo contigo, ¿qué importa

 
 

Madrid o Pekín?

 

ISABEL

Me carga...

 
 

Aun la distancia más larga,

 
 

salvada contigo es corta.

 

ISABEL

Sin embargo, no hay un punto

 
 

como Madrid.

 

LUIS

¡Toma, es claro!

 

ISABEL

Ello es un poquito caro...

 

LUIS

Ahí está el quid del asunto.

 

ISABEL

Pero hay una distinción

 
 

y un trato y... es otra cosa,

 
 

vamos.

 

LUIS

Tú eres vanidosa.

 

ISABEL

Puede que tengas razón;

 
 

mas no siendo eso en tu daño

 
 

ni en el mío...

 

LUIS

¡Eres mujer!

 
 

has venido a pretender

 
 

conmigo a Madrid, y un año

 
 

de corte o de capital,

 
 

si hemos de hablar propiamente,

 
 

tiempo ha sido suficiente

 
 

para que ya juzgues mal

 
 

las costumbres del país

 
 

en que dulce hogar tenemos,

 
 

y en el que ambos moriremos,

 
 

si Dios quiere.

 

ISABEL

Mira, Luis,

 
 

ya sabes tú que yo estrujo

 
 

el dinero cuanto puedo,

 
 

que a nadie en modestia cedo,

 
 

que no me deslumbra el lujo;

 
 

pero Madrid me seduce,

 
 

no por ser ilustre villa,

 
 

sino porque aquí se brilla...

 

LUIS

Lo cual a nada conduce.

 

ISABEL

Conduce a ganar amigos.

 

LUIS

Ya.

 

ISABEL

Y a adquirir relaciones.

 
 

Y a visitar los salones.

 

LUIS

Sí; y a crearse enemigos

 
 

y a adorar el interés,

 
 

y a gastar más que se tiene.

 

ISABEL

En fin, que no nos conviene,

 
 

¿no es eso?

 

LUIS

Pues eso es.

 

ISABEL

Ante tal observación

 
 

callo y bajo la cabeza,

 
 

lo que importa es la certeza

 
 

de nuestra colocación.

 

LUIS

Con bien poco se lograra;

 
 

si yo una ocasión tuviera...

 
 

o al ministro conociera...

 

ISABEL

Toma, entonces...

 

LUIS

Si le hablara

 
 

puede ser que mi elocuencia...

 
 

Hacen suerte tantos memos...

 
 

En fin, veremos, veremos.

 

ISABEL

Y si no tener paciencia.

 
 

Por fortuna no nos pilla

 
 

la esperanza tan tronados...

 

LUIS

Sí, no estamos atrasados

 
 

y aún queda alguna cosilla.

 

ISABEL

¡Quién sabe!

 

LUIS

Lo que yo siento

 
 

es que esta noche quisiera

 
 

dar más pasos y sintiera

 
 

dejarte sola un momento.

 

ISABEL

No, porque precisamente

 
 

va a venir Laura a buscarme.

 

LUIS

¿Laura?

 

ISABEL

Sí; para llevarme

 
 

a su casa; hoy tiene gente.

 

LUIS

¡Ah!

 

ISABEL

Creo que hay un concierto,

 
 

un baile... yo no sé qué.

 

LUIS

Un baile...

 

ISABEL

Es decir... no sé...

 
 

pero en fin, si me divierto

 
 

y paso la noche allí...

 

LUIS

Ya lo creo... si allí fueras...

 

ISABEL

Pues no te digo...

 

LUIS

Si vieras

 
 

que poco me gusta a mí

 
 

esa amistad tan... ¡chocante!

 

ISABEL

¿Y por qué?

 

LUIS

Porque... es...

 

ISABEL

¿Qué es?

 

LUIS

¿Qué sé yo?

 

ISABEL

¿No? pues ya ves

 
 

que la razón no es bastante.

 

LUIS

Ya ves que yo no la trato,

 
 

ni la conozco siquiera.

 
 

Si fuese de otra cualquiera

 
 

podría darte algún dato;

 
 

pero una coincidencia

 
 

que yo deploro, ha querido

 
 

que tú la hayas conocido

 
 

durante mi última ausencia,

 
 

y que nunca que aquí viene

 
 

suela yo estar para verla

 
 

y conseguir conocerla;

 
 

pero yo no sé qué tiene

 
 

que me choca sin hablarla.

 
 

y sin verla me disgusta,

 
 

y su intimidad me asusta

 
 

y me repugna tratarla.

 
 

Será una monomanía

 
 

que yo no sé en qué la fundo...

 

ISABEL

Si es lo más buena del mundo...

 

LUIS

Yo no lo aseguraría.

 

ISABEL

Yo sí; una mujer hermosa,

 
 

elegante, distinguida,

 
 

servicial y bien nacida,

 
 

tan buena, tan cariñosa...

 
 

Que desde que conoció

 
 

mi posición y mi estado

 
 

de obsequiarme no ha cesado,

 
 

¿debo desairarla yo?

 
 

Viene a verme alguna noche

 
 

para llevarme al teatro,

 
 

cada tres días o cuatro

 
 

me lleva a paseo en coche;

 
 

se interesa por tu suerte;

 
 

me pregunta cómo va

 
 

tu pretensión: ¡pues si está

 
 

deseando conocerte!

 
 

Nada, nada; te declaro

 
 

que no hay ninguna razón

 
 

en tenerla prevención.

 
 

A veces eres tan raro...

 

LUIS

Pues quieres que lo recuerde,

 
 

te diré que yo he sabido

 
 

que hizo infeliz al marido,

 
 

y que es una viuda...

 

ISABEL

Verde.

 
 

Ya lo sé.

 

LUIS

Isabel, me apenas;

 
 

¿y la tratas?

 

ISABEL

¿Por qué no?

 
 

¿Pues qué tengo que ver yo

 
 

con trapisondas ajenas?

 
 

¿Temes tal vez que destruya

 
 

mi virtud con su imprudencia?

 
 

Chico, en cosas de conciencia

 
 

cada cual guarde la suya.

 
 

Delante de mí sería

 
 

muy torpe si en su desdoro

 
 

tuviera poco decoro...

 
 

¡ni yo se lo aguantaría!

 
 

Su casa está siempre llena...

 

LUIS

De gente que eso propala.

 

ISABEL

Pues o la gente es muy mala

 
 

¡o esa mujer es muy buena!

 
 

Porque si a su casa van

 
 

todos a pasarlo bien,

 
 

¿cómo es posible que den

 
 

contra una casa en que dan?

 

LUIS

Yo no admito tolerancia

 
 

para quien no va derecho.

 

ISABEL

Pero sepamos qué ha hecho

 
 

esa mujer en sustancia.

 

LUIS

Yo no sé; de todos modos

 
 

sus malos antecedentes...

 

ISABEL

En tratándose las gentes

 
 

todos murmuran de todos.

 
 

Y si renuncias a hablar

 
 

a todo el que es murmurado

 
 

en Madrid, di, desdichado,

 
 

¿con quién te vas a tratar?

 
 

Si aquí es ya tal la codicia

 
 

de hablar mal, que ya murmura

 
 

al que es malo la censura

 
 

¡y al que es bueno la malicia!

 
 

Hijo, si en tal mundo estás,

 
 

déjalo correr así,

 
 

y sé tú bueno por ti

 
 

sin mirar a los demás.

 

LUIS

Tú pensarás como quieras;

 
 

yo al oírte así me aflijo:

 
 

no la trates, te lo exijo.

 

ISABEL

Ah, si tú me lo exigieras...

 

LUIS

Y en cuanto a la reunión

 
 

de esta noche, yo decido

 
 

que no vas.

 

ISABEL

Lo he prometido.

 

LUIS

Esta es mi resolución.

 

ISABEL

Me lo dices tan airado...

 

LUIS

Airado no, mas me niego...

 

(Más cariñoso y acercándose a ella.)

   
 

Perdóname. Te lo ruego.

 
 

¡No vayas!

 

ISABEL

Ve descuidado.

 
     

Escena II

   

ISABEL

   
     
 

¡Vaya! ¡le tomó manía!

 
 

¡qué inesperado disgusto!

 
 

en fin, le daremos gusto...

 
 

pero es una tontería.

 
 

Yo que pensaba haber ido

 
 

y haber visto sus salones...

 
 

¡qué imprudentes aprensiones

 
 

suele tener mi marido!

 
 

Cierto que murmuran... sí,

 
 

yo no sé qué, de la tal

 
 

señora; pero ¿qué mal

 
 

hay en eso para mí?

 
     

Escena III

   

ISABEL y LAURA.

   
     

LAURA

¿Se puede?

 

ISABEL

¿Quién es? (¡Es ella!)

 
 

¡Qué sorpresa! ¿cómo va?

 

LAURA

¿No me esperaba usted? Ya

 
 

le dije yo a la doncella

 
 

que había usted de extrañar

 
 

mi visita, y solamente

 
 

por eso entré de repente

 
 

y sin hacerme anunciar.

 
 

Y ¿qué tal, qué tal?

 

ISABEL

Muy bien.

 

LAURA

Usté siempre tan casera.

 

ISABEL

Me quedé por si viniera

 
 

mi marido, que también...

 

LAURA

Y ¿cómo está ese marido

 
 

que mi suerte no me deja

 
 

conocer?

 

ISABEL

Bien.

 

LAURA

¡Cuánta queja

 
 

hoy contra usted he traído!

 
 

No parecer por allí...

 

ISABEL

Usted es tan bondadosa...

 

LAURA

¡Una mujer tan hermosa

 
 

siempre emparedada aquí!

 
 

¡No va usted a ningún lado!

 
 

¿ese marido es celoso?

 

ISABEL

No; pero como mi esposo

 
 

siempre está tan ocupado

 
 

y no podemos perder

 
 

ni un día, apenas le queda

 
 

lugar...

 

LAURA

Con tal de que pueda

 
 

lograr...

 

ISABEL

Veremos a ver.

 

LAURA

Estos ministros han dado

 
 

en hacerse de rogar;

 
 

ahora acabo yo de hablar

 
 

con el ministro de Estado,

 
 

para ver si se interesa

 
 

por mi primo, y quiere hacer...

 

ISABEL

¿Y qué dijo?

 

LAURA

Prometer;

 
 

¡eso sí, mucha promesa!

 
 

pero serán engañosas,

 
 

no lograré mi deseo...

 

ISABEL

¿Ha estado usted de paseo?

 

LAURA

He hecho miles de cosas.

 
 

A casa de la de Cuesta,

 
 

una antigua amiga mía,

 
 

que ha estado con pulmonía,

 
 

pero ya está tan repuesta.

 
 

Luego a la plaza de Oriente

 
 

a ver un cuarto vacante:

 
 

mi casa ya no es bastante

 
 

a recibir tanta gente;

 
 

tengo tantas relaciones

 
 

que me tienen agobiada;

 
 

yo no sé negarme a nada,

 
 

y llueven presentaciones.

 
 

Después a ver a Honorina

 
 

que ha recibido unos trajes

 
 

de París... unos encajes...

 
 

¡ay qué cosa tan divina!

 
 

Ello es caro; pero viene

 
 

de París, y visto así,

 
 

hija, en entrando una allí

 
 

se gasta lo que no tiene.

 
 

Una falda me ha probado

 
 

de paño de seda liso,

 
 

con un poquito de viso

 
 

entre verde y azulado,

 
 

que hará muy bien; algo serio,

 
 

pero se lo he visto a algunas...

 
 

Después fui a llevar unas

 
 

coronas al cementerio;

 
 

tengo allí enterrados juntos

 
 

a mis padres y a mi nene;

 
 

y como el jueves que viene

 
 

es el día de difuntos,

 
 

quise llevar la expresión

 
 

de mi pesar, porque al fin...

 
 

después pasé un sofoquín;

 
 

¡Jesús, qué sofocón!

 
 

A ver unas bagatelas

 
 

entro a una tienda, y un hombre

 
 

me dice que con mi nombre

 
 

le han estafado unas telas.

 
 

Figúrese usted qué abuso;

 
 

yo siempre suelo pagar,

 
 

y siempre voy a comprar

 
 

¡ahí a casa de Casuso!

 
 

En fin, por no armar camorra

 
 

pagué y seguí mi camino,

 
 

y fui a ver a un sobrino

 
 

que tenía en Calahorra,

 
 

y que ha tomado soleta;

 
 

tiene ideas progresistas;

 
 

le han quemado los carlistas

 
 

una fábrica en Ortueta

 
 

y una casa en Abarzuza,

 
 

y otra en Irún; cuando él cobre...

 
 

le digo a usté que está el pobre...

 
 

¡ha visto usté qué gentuza?

 
 

De allí fui a la Corona

 
 

de Oro por una cadena;

 
 

luego he ido a la novena

 
 

a oír al padre Cardona;

 
 

luego a casa de Lhardy

 
 

a dar encargo de un té;

 
 

por cierto que me encontré

 
 

a unas amigas allí

 
 

con un pollo, un estafermo

 
 

que a una de ellas ha pedido;

 
 

chiquitín, descolorido,

 
 

con una cara de enfermo...

 
 

me invitaron a comer,

 
 

y son tan etiqueteras...

 
 

fui luego a ver dos pulseras

 
 

que hay en casa de Samper;

 
 

luego a avisar a mi hermana

 
 

para mi té de esta noche;

 
 

después di mi vuelta en coche

 
 

por la Fuente Castellana;

 
 

luego a conocer a un mono

 
 

que han traído las de Artal;

 
 

después al Teatro Real

 
 

a renovar el abono,

 
 

y a la plaza de Bilbao

 
 

a dar una limosnita;

 
 

y después a una visita

 
 

en la plaza del Callao,

 
 

y por fin vine a esta casa

 
 

a ver lo que usté me cuenta,

 
 

porque, hija, yo estoy hambrienta

 
 

ya, de saber lo que pasa.

 

ISABEL

Pues si usted con tanto andar

 
 

no sabe si ocurre algo

 
 

de nuevo, yo que no salgo,

 
 

¿qué le puedo a usted contar?

 

LAURA

Pena me da verla a usté

 
 

tan escondida y aislada;

 
 

pero en fin, me tiene dada

 
 

su palabra para el té

 
 

que doy esta noche...

 

ISABEL

Ah, sí...

 

LAURA

Y vengo a hacerle un recuerdo.

 
 

No falte usted, que si pierdo

 
 

su presencia luego allí,

 
 

tendré un pesar...

 

ISABEL

(Se adivina

 
 

que dice lo que sintió;

 
 

y ¡cómo desairo yo

 
 

a una persona tan fina!)

 

LAURA

Sólo eso a venir me mueve;

 
 

y pues aún tengo que hacer,

 
 

y es hora ya de comer,

 
 

me marcho, y hasta las nueve.

 

ISABEL

Diré a usted... hoy no estoy buena.

 

LAURA

¿Cómo? Se va usté a excusar.

 

ISABEL

Y luego... debo aguardar

 
 

a Luis...

 

LAURA

Hija, me da pena

 
 

verla a usté tan dependiente

 
 

de su Luis...

 

ISABEL

No, si no es eso;

 
 

sino que...

 

LAURA

¿Es algún exceso

 
 

ir a donde va la gente?

 
 

Y luego... ¡yo ya he contado

 
 

con usted!

 

ISABEL

Sí, ya lo sé.

 

LAURA

Y la he anunciado a usté...

 

ISABEL

¿De veras, eh? (¡Me ha anunciado!)

 

LAURA

Usted hará lo que quiera;

 
 

pero siento mucho ver

 
 

que no puedan conocer

 
 

a la linda forastera;

 
 

y luego habrá tanta gente...

 
 

tengo concierto.

 

ISABEL

¿Concierto?

 
 

la música...

 

LAURA

Sí por cierto.

 

ISABEL

Qué lástima.

 

LAURA

Ciertamente.

 
 

Cantará la de Gamboa

 
 

con unos chicos cubanos,

 
 

y tocan a cuatro manos

 
 

la de Pérez; y Balboa;

 
 

y viene Arrieta e Inzenga

 
 

y unos artistas del Real:

 
 

se lo digo a usted formal,

 
 

sentiré que usted no venga;

 
 

casi todo lo he pensado

 
 

por usted.

 

ISABEL

¿Por mí?

 

LAURA

Sin duda.

 
 

Parece usted una viuda...

 
 

¡que no se haya consolado!

 

ISABEL

Pues en fin, sépalo usted

 
 

que no voy... yo me prometo

 
 

que usted me guarde el secreto.

 

LAURA

Yo soy como la pared.

 

ISABEL

Mi marido tiene a veces

 
 

manías... y... nos llevamos

 
 

muy bien; pero tiene... vamos...

 

LAURA

¡Sí, vamos, ridiculeces!

 

ISABEL

Eso mismo; y hoy le da

 
 

por no dejarme salir.

 

LAURA

¿Y usted le puede sufrir?

 
 

¡qué insoportable será!

 

ISABEL

¡No!

 

LAURA

Cuando usted a su enojo

 
 

teme así...

 

ISABEL

No.

 

LAURA

Bien se advierte.

 
 

O él tiene el carácter fuerte,

 
 

o usté le tiene muy flojo.

 
 

En fin, cada cual se entiende:

 
 

yo deploro esa desgracia.

 

ISABEL

No me hace a mí mucha gracia

 
 

quedarme aquí.

 

LAURA

Se comprende.

 
 

Perder una reunión

 
 

brillante... ¿acaso esa fiesta

 
 

le parece deshonesta?

 
 

¿es devoto o santurrón? (Riendo.)

 

ISABEL

¡No señora! Él es así.

 

LAURA

¿Acaso es por mí, señora?

 
 

nadie me ha hecho hasta ahora

 
 

la ofensa de huir de mí.

 

ISABEL

¡Oh, por Dios!

 

LAURA

Vamos, no puedo

 
 

por menos de declararlo.

 
 

Usté teme confesarlo;

 
 

pero ¡le tiene usted miedo!

 

ISABEL

¿Miedo?

 

LAURA

¡Es claro!

 

ISABEL

¿Sí? Pues...

 

LAURA

¿Qué?

 

ISABEL

Para que a usted no le quepa

 
 

duda de mí; que él no sepa

 
 

que voy...

 

LAURA

¡Acabara usté!

 
 

Si él pasa fuera la noche

 
 

con tal de que no lo advierta

 
 

y de que usted se divierta...

 

ISABEL

¡Es verdad!

 

LAURA

¿Quiere usté el coche?

 

ISABEL

Muchas gracias.

 

LAURA

¡Sí! lo envío

 
 

a las diez...

 

ISABEL

Es buena hora.

 

LAURA

Hasta luego.

 

ISABEL

Adiós, señora.

 

LAURA

Guárdese usté bien del frío,

 
 

que en Madrid es peligroso;

 
 

y este cambio de estaciones...

 

ISABEL

Hasta luego.

 

LAURA

¡Ah!

 

ISABEL

¿Qué?

 

LAURA

¡Expresiones

 
 

al señor escrupuloso!

 
     

Escena IV

   

ISABEL.

   
     
 

Después de todo, ¿qué mal

 
 

hay en ir a divertirse

 
 

sin que pueda traducirse

 
 

por interés... ilegal?

 
 

Y puesto que le disgusto,

 
 

si lo ignora y no se altera,

 
 

él pasa la noche fuera

 
 

y yo me doy ese gusto.

 
 

Nadie me conoce aquí;

 
 

aún no he pisado un salón

 
 

desde que vine; es razón

 
 

que vea lo que hay allí.

 
 

Nada, ya es cosa resuelta,

 
 

una hora pronto pasa;

 
 

y cuando él vuelva a su casa

 
 

ya puedo estar yo de vuelta.

 
 

¡A bien que cualquier mujer

 
 

cuando tiene algún capricho

 
 

no lo realiza! lo dicho,

 
 

¡lo deseo y ha de ser!

 
     

Escena V

   

ISABEL, LUIS, PEPE.

   
     

LUIS

Entra, Pepe.

 

PEPE

Isabelita.

 
 

¿Cómo está usté?

 

ISABEL

Así así.

 

LUIS

¿Estás mala?

 

PEPE

¿Mala?

 

ISABEL

Sí.

 
 

Esta jaqueca maldita...

 
 

Mas durmiendo se me pasa;

 
 

¿tú saldrás?

 

LUIS

Volveré presto.

 

ISABEL

No te des prisa; me acuesto,

 
 

y cuando vuelvas a casa

 
 

¡no me despiertes!

 

PEPE

Con él

 
 

voy a salir un ratito.

 

ISABEL

Bien pensado; adiós, Pepito.

 

PEPE

Que usté se alivie, Isabel.

 
     

Escena VI

   

LUIS, PEPE.

   
     

LUIS

¿Conque di?

 

PEPE

Pues que he pensado,

 
 

como siempre, en ayudarte,

 
 

y puedo proporcionarte

 
 

un éxito inesperado...

 

LUIS

¡Ay, si eso fuera verdad!

 

PEPE

Tú estás buscando a millones

 
 

cartas, recomendaciones...

 
 

¡y eso es una necedad!

 

LUIS

¿Crees?... Pues hoy he tenido

 
 

una larga conferencia

 
 

con don Lucas de Plasencia,

 
 

el cual ya me ha prometido

 
 

que ha de colocarme pronto,

 
 

dándome un mando que...

 

PEPE

¿Cuándo?

 

LUIS

No ha dicho.

 

PEPE

Espérate, mando...

 
 

¡Pero hombre, pareces tonto!

 
 

¿No conoces que al asedio

 
 

de un moscón siempre hay salida,

 
 

y esa es fineza fingida

 
 

para quitarte de en medio?

 
 

Tú eres un hombre sincero.

 

LUIS

Y él un hombre que ha llegado...

 

PEPE

Pues ¿cómo hubiera medrado

 
 

sin haber sido embustero?

 
 

¿Puedes creer que el que aspira

 
 

del poder al usufructo,

 
 

se valga de otro conducto

 
 

que la farsa y la mentira?

 
 

¿Piensas tú que el que te ofrece,

 
 

cuando tu labio le alaba,

 
 

da sin ver lo que recaba

 
 

de aquel a quien favorece?

 
 

Todo pretendiente es necio

 
 

si piensa que han de atenderle

 
 

no más que por complacerle

 
 

y por demostrarle aprecio,

 
 

y es ya costumbre oficial

 
 

prometer y no cumplir,

 
 

y del aprieto salir

 
 

echándola de formal.

 
 

Tu esperanza es un fracaso;

 
 

te lo digo aunque te irrite;

 
 

como no te necesite

 
 

no esperes que te haga caso.

 
 

Yo soy tu amigo leal

 
 

y voy derecho a la fuente,

 
 

y te tengo más presente

 
 

que todo el mundo oficial.

 
 

Yo tengo opuestas ideas

 
 

a ese hombre, mas con mi ayuda,

 
 

muy pronto, no tengas duda,

 
 

lograrás lo que deseas.

 
 

Sábelo: hay crisis parcial,

 
 

y ha salido el de Fomento,

 
 

y no hay que perder momento;

 
 

ha entrado en Fomento Ausal.

 

LUIS

¿Qué me dices?

 

PEPE

En Fomento.

 
 

Yo tengo amistad estrecha

 
 

con su hermano; es cosa hecha.

 

LUIS

¡Oh milagroso talento!

 
 

¡Déjame abrazarte! (Abrazándole.)

 

PEPE

Espera

 
 

y preparemos la cosa.

 
 

Hay una mujer famosa,

 
 

andaluza, retrechera,

 
 

que a sus tertulios atraca

 
 

dándola de muy rumbosa;

 
 

una cursi pretenciosa

 
 

que va buscando casaca,

 
 

y le ha dado por hacer

 
 

relaciones y armar bulla,

 
 

y que intriga y embarulla

 
 

el mundo si es menester.

 
 

Su tertulia es un filón;

 
 

van mujeres muy bonitas,

 
 

pollos alegres, viuditas,

 
 

gente de la situación,

 
 

comerciantes, diputados

 
 

de cuando había Congreso,

 
 

personas de mucho peso,

 
 

militares y empleados...

 

LUIS

¡Ya!

 

PEPE

Del ministro novel

 
 

conozco, como te digo,

 
 

al hermano, que es mi amigo

 
 

y me he criado con él.

 

LUIS

¡Ya!

 

PEPE

So color de llevarte

 
 

a un té que se da esta noche,

 
 

te llevo luego en mi coche,

 
 

y allí voy a presentarte

 
 

a mi amigo.

 

LUIS

Y... ¿mi mujer?

 

PEPE

No empieces ya con tonteras.

 

LUIS

Bueno, haré lo que tú quieras.

 

PEPE

Calla y déjate querer.

 
 

Que tu mujer es celosa

 
 

o que llevarla no puedes,

 
 

¿no es eso?

 

LUIS

Sí.

 

PEPE

No te quedes

 
 

al té.

 

LUIS

Pero oye una cosa.

 
 

Yo a Isabel he prohibido

 
 

ir esta noche a otra parte.

 

PEPE

Bien; no tienes que ocuparte

 
 

de ella.

 

LUIS

Y yo siempre he oído

 
 

de sus labios que si un día

 
 

levemente la engañara,

 
 

sabe Dios lo que pasara.

 

PEPE

Eso en razón estaría.

 
 

Si ella hubiera de saber

 
 

que tú en el baile estuviste...

 

LUIS

Es verdad.

 

PEPE

Pero ¿no oíste

 
 

que se va a acostar?

 

LUIS

A ver...

 

PEPE

Lo que nos importa es ir,

 
 

ver al brigadier Ausal,

 
 

hablarle tú muy formal

 
 

de lo que quieres pedir

 
 

y que él le pida a su hermano

 
 

el ministro, tu destino.

 
 

Es un catalán muy fino.

 

LUIS

Pepito, venga esa mano.

 
 

La cosa puede ser seria

 
 

y no hay más que hablar, iremos.

 

PEPE

Corriente. ¿Dónde nos vemos?

 

LUIS

En el café de la Iberia.

 
 

Yo le diré a mi mujer

 
 

que voy contigo al Congreso

 
 

o al Ateneo.

 

PEPE

Eso, eso,

 
 

como ella no te ha de ver...

 

LUIS

Vuelvo temprano...

 

PEPE

Cabal;

 
 

hay que aprovechar la noche.

 
 

Yo vendré aquí con un coche.

 

LUIS

No, a la Iberia.

 

PEPE

Ya; es igual.

 
 

Adiós pues.

 

LUIS

Adiós, Pepito.

 
 

Y gracias.

 

PEPE

¡Qué tontería! (Se va.)

 

LUIS

Si con esta picardía

 
 

aseguro el destinito...

 
 

Bien me puedes perdonar

 
 

si esta noche me desvelo,

 
 

y mientras tú duermes velo

 
 

pensando en tu bienestar.

 
 

Puesto que ella está malita

 
 

comeré en Fornos: las siete;

 
 

me visto en un periquete

 
 

y acudo luego a la cita.

 
 

Veo ese baile; de paso

 
 

hablo al hermano del nuevo

 
 

ministro, y a más me llevo

 
 

una nota por si acaso.

 
 

Tengo tiempo de volver

 
 

y desnudarme y pasar

 
 

a ese cuarto a despertar

 
 

a mi señora mujer.

 
 

Hoy se quedará dormida

 
 

y mañana convencida;

 
 

¡toda hembra es lo más babieca!...

 
 

¡Bendita amén la jaqueca

 
 

a tan buen tiempo venida! (Se va a su cuarto.)

 
     

Escena VII

   

ISABEL.

   

Desde la puerta de su cuarto.

   
     
 

Ya se han debido marchar

 
 

y ya puedo yo salir.

 
 

¡Cómo se puede pensar

 
 

que en vez de echarme a dormir...

 
 

me voy a echar a bailar!

 
 

Isabelita... ¡valor!

 
 

un pecadillo en justicia

 
 

lo hace el menos pecador.

 
 

¡Ah, inocente!

 

(Lo dice por su marido y de la manera más cómica; en seguida se mete muy de prisa en su cuarto.)

   
     

Escena VIII

   

LUIS.

   

Sale vestido de frac, con el abrigo y el sombrero en la mano.

   
     
 

Pues señor...

 
 

la cosa... ¡no trae malicia!!

 

(Se va corriendo y saltando de puntillas.)

   

Fin del acto primero

   

Acto segundo

     

En casa de LAURA. Luces, mobiliario lujoso, etc.

   

Escena I

   

El MAYORDOMO, el CRIADO.

   
     

MAYORDOMO

¿Se vistió ya la señora?

 

CRIADO

Sí; la he visto en el salón

 
 

hará como media hora.

 

MAYORDOMO

Avísela usted, Ramón;

 
 

dígala usted que me tomo

 
 

la libertad de avisarla.

 

CRIADO

Voy allá. (Este Mayordomo

 
 

siempre viene a disgustarla.)

 
     

Escena II

   

EL MAYORDOMO.

   
     
 

Nada, por más que ella diga

 
 

esto no tiene remedio,

 
 

y mi cargo aquí me obliga

 
 

a no omitir ningún medio.

 
 

Ya se ve, como se tira

 
 

el dinero, luego pasa

 
 

que todo el mundo conspira

 
 

contra el amo de la casa.

 
 

Yo se lo he dicho mil veces,

 
 

pero ¿quien oye a los viejos?

 
 

siempre parecen sandeces

 
 

lo que son buenos consejos.

 
     

Escena III

   

EL MAYORDOMO, LAURA, de baile.

   
     

LAURA

¿Qué hay, don Cenón?

 

MAYORDOMO

Nada bueno.

 

LAURA

¿Qué dicen mis acreedores?

 

MAYORDOMO

Difícil es poner freno

 
 

al furor de esos señores.

 

LAURA

¿Es posible?

 

MAYORDOMO

Están tan hartos...

 

LAURA

¿No ha encontrado usted una excusa?...

 

MAYORDOMO

¿Excusas, eh? Cuartos, cuartos,

 
 

lo demás son garatusas.

 

LAURA

¿Y qué podremos pensar?

 

MAYORDOMO

No sé.

 

LAURA

Yo estoy apurada.

 

MAYORDOMO

Pues no quieren esperar

 
 

ni se contienen con nada.

 

LAURA

¡Yo no duermo, don Cenón,

 
 

pensando en el porvenir!

 

MAYORDOMO

Pues bien mirado, ellos son

 
 

los que no deben dormir.

 

LAURA

Vea usted si algo contiene...

 
 

¿Qué está usted pensando ahora?

 

MAYORDOMO

¡Pues yo pienso que usted tiene

 
 

muy poco juicio, señora!

 

LAURA

¿Y qué voy a hacer?

 

MAYORDOMO

Pagar.

 

LAURA

Y si no tengo.

 

MAYORDOMO

¡Vender!

 

LAURA

¿Me he de desacreditar?

 

MAYORDOMO

Pues ello ha de suceder.

 

LAURA

¡Jesús, Jesús, y qué apuro!

 
 

Cuando estoy tan bien mirada.

 

MAYORDOMO

Cuando no tenga usté un duro

 
 

nadie le dará a usté nada.

 

LAURA

Piense usted algo que pueda

 
 

remediar en algo el mal.

 

MAYORDOMO

Pues yo no sé hacer moneda.

 

LAURA

Hola, el Brigadier Ausal.

 
 

Váyase usted.

 

MAYORDOMO

Ya me voy.

 
     

Escena IV

   

LAURA, el BRIGADIER.

   
     

BRIGADIER

¡Oh placer! Soy el primero.

 

LAURA

Así parece.

 

BRIGADIER

Me doy

 
 

la enhorabuena sincero.

 

LAURA

¿De veras?

 

BRIGADIER

Sí por quien soy.

 

LAURA

¿Viene usted con tanta prisa

 
 

a casa?

 

BRIGADIER

Si usted supiera...

 

LAURA

(Nunca le vi tan risueño:

 
 

¡ay de mí! ¡si Dios quisiera!...)

 

BRIGADIER

Vengo de pagar mil duros...

 

LAURA

¡Ah!

 

BRIGADIER

Por una saboneta.

 

LAURA

(Saldría de mis apuros;

 
 

pero qué mujer le espeta...)

 

BRIGADIER

Mil duros; y yo me excedo

 
 

por tener buen gusto.

 

LAURA

Sí...

 
 

(Tiene buen gusto y no puedo

 
 

hacer que se fije en mí.)

 

BRIGADIER

Es repetición.

 

LAURA

¡Preciosa!

 

BRIGADIER

No se puede mejorar.

 
 

¡Da los cuartos!

 

LAURA

¡Ay, qué cosa!

 
 

(Tú los debías de dar.)

 

BRIGADIER

Conque vamos, me parece

 
 

que esta noche hay gran función.

 

LAURA

Y algo que a usted interesa,

 
 

¿no lo habrá en la reunión?

 

BRIGADIER

¡Quién sabe!

 

LAURA

(¡Oh Dios, qué esperanza!)

 
 

Usted, con su bizarría...

 

BRIGADIER

¡Mil gracias!

 

LAURA

(Con esa panza

 
 

y todo apechugaría.)

 

BRIGADIER

Puede ser que alguna...

 

LAURA

¿Alguna?

 

BRIGADIER

Porque, vamos... yo me entiendo.

 

LAURA

(¡Ay, no me tientes, fortuna,

 
 

que ya me lo voy creyendo!)

 

BRIGADIER

Pero, en fin, es un secreto.

 

LAURA

¿Un secreto?

 

BRIGADIER

Puede ser.

 

LAURA

(Ya ya; pues yo te prometo

 
 

que pronto lo he de saber.)

 
 

¿Conque hay crisis?

 

BRIGADIER

No; la ha habido

 
 

parcial.

 

LAURA

¿Quién salió?

 

BRIGADIER

Lozano.

 

LAURA

¡Vaya! ¿Y quién le ha sucedido?

 

BRIGADIER

Pues ¿quién ha de ser? mi hermano.

 

LAURA

¡Ah, señor recién subido!

 

BRIGADIER

Yo no.

 

LAURA

Tendrá usté influencia.

 

BRIGADIER

Yo soy el mayor.

 

LAURA

¿A ver?

 
 

(¿Esto más? ¡Ay qué impaciencia!)

 
 

Pues, amigo Brigadier,

 
 

yo necesito una audiencia.

 

BRIGADIER

Pues cómo...

 

LAURA

Tengo un pariente

 
 

que hace un año está cesante.

 

BRIGADIER

Ah, ya, el que estaba en Oriente

 
 

de cónsul.

 

LAURA

Precisamente.

 

BRIGADIER

Pues le llevaré a Levante.

 

LAURA

(Si me llevases a mí...)

 

BRIGADIER

Ya lo creo.

 

LAURA

¿Qué? (¡Ah, eres, mío!

 
 

Ya comienza a venir gente

 
 

y cuando precisamente

 
 

ya le tenía yo aquí.)

 
 

Hoy tengo aquí gente nueva.

 

BRIGADIER

¿Quién, quién?

 

LAURA

El conde de Brieba

 
 

con su mujer.

 

BRIGADIER

Muy hermosa,

 
 

y una mujer muy graciosa.

 
 

La hermosura es una breva.

 

LAURA

Es una forasterita,

 
 

mujer de un ex-secretario

 
 

de un gobierno, muy bonita;

 
 

él es un estrafalario,

 
 

pero ella es una bendita.

 

BRIGADIER

¿Cómo se llama?

 

LAURA

Isabel.

 

BRIGADIER

Isabel...

 

LAURA

Sí. (¿Se ha alarmado?)

 

BRIGADIER

Y ¿dónde vive?

 

LAURA

(¡Ay hado infiel!)

 
 

En la calle del Clavel,

 
 

diez y nueve, duplicado.

 

BRIGADIER

¡Ay, amiga de mi vida!

 

LAURA

¿Qué pasa?

 

BRIGADIER

Oh dicha espantosa;

 
 

sea aquí muy bienvenida

 
 

una mujer muy preciosa.

 

LAURA

Pero...

 

BRIGADIER

Muy bien concluida.

 

LAURA

Pero usted...

 

BRIGADIER

Sí, hace dos meses

 
 

que la miro y que la rondo.

 

LAURA

¿De veras?

 

(Muy disgustada y aparentando curiosidad.)

   

BRIGADIER

Más de mil veces

 
 

he querido... No respondo...

 

LAURA

¿De qué?

 

BRIGADIER

De echarme a sus pies.

 
 

Usted me presentará.

 

LAURA

Ya sabe usted que le estimo.

 

BRIGADIER

Usted dichoso me hará;

 
 

le coloco a usté a su primo.

 

LAURA

¿De veras?

 

BRIGADIER

Pues claro está.

 
 

Le haremos cónsul.

 

LAURA

Son vanas

 
 

las promesas.

 

BRIGADIER

No, son finas.

 

LAURA

Sí, dentro de dos semanas...

 

BRIGADIER

¡Bah!

 

LAURA

Se marcha a las Marianas.

 

BRIGADIER

¡Pues lo mando a las Joaquinas!

 

LAURA

(¡Qué chasco!)

 

BRIGADIER

Y de embajador.

 

LAURA

(Y yo la he ido a traer...)

 
 

Está usted loco.

 

BRIGADIER

De amor.

 

LAURA

(¡Y traigo yo a esa mujer!)

 
 

¡Es que tiene posesor!

 

BRIGADIER

Me importa poco.

 

LAURA

¡Qué exceso!

 

BRIGADIER

Un sablazo le administro

 
 

que lo dejo patitieso.

 
 

¡Con un hermano ministro

 
 

voy yo a reparar en eso!

 
 

Nada, nada; yo lo entiendo.

 

LAURA

Allí hago falta.

 

BRIGADIER

Es verdad.

 
 

Vamos al salón corriendo.

 

(Dándole el brazo.)

   

LAURA

Gracias. (¡Lo que estoy sufriendo!)

 

BRIGADIER

¡Qué feliz casualidad!

 
     

Escena V

   

EL MAYORDOMO.

   
     
 

Quisiera yo que esta noche

 
 

pasara aquí cualquier cosa,

 
 

que acabase con las fiestas

 
 

y los tés y las tramoyas

 
 

para siempre; algunas veces

 
 

tengo intenciones diabólicas,

 
 

quisiera pegarle fuego

 
 

a la casa, o que a una tonta

 
 

de esas que vienen a darse

 
 

aquí un atracón de solfa,

 
 

se le prendiese un vestido

 
 

con la luz y ardiese toda,

 
 

o que se armara un escándalo,

 
 

o que se armara la gorda

 
 

en Madrid y hubiese un día

 
 

de saqueo... Esta espantosa

 
 

situación no se remedia

 
 

sino con alguna cosa

 
 

extraordinaria; pues como

 
 

yo pueda aquí armar camorra

 
 

o hacer que demos un día

 
 

una campanada gorda,

 
 

no he de dejarlo por miedo,

 
 

a ver si así mi señora

 
 

tiene un disgusto, uno sólo,

 
 

que dé fin a tanta broma

 
 

y entre al fin la casa en orden,

 
 

y se paga y se entra en otra

 
 

manera de vivir, digna,

 
 

sin trampas y sin historias;

 
 

yo no puedo ver en calma

 
 

lo que ella ve sin zozobra

 
 

y he de intrigar y armar cisco

 
 

y zalagarda y camorra.

 
     

Escena VI

   

EL MAYORDOMO, ISABEL, LAURA después.

   
     

ISABEL

La señora estará dentro;

 
 

¿quiere usted avisar?

 

MAYORDOMO

Ahora.

 

ISABEL

Vengo sola.

 

MAYORDOMO

Ya aquí viene.

 

LAURA

Querida amiga...

 

ISABEL

Ah señora,

 
 

qué amable es usted; su coche

 
 

me ha evitado mil zozobras;

 
 

le he visto al doblar la esquina

 
 

de la calle de la Bola,

 
 

muy cerca de aquí... he bajado

 
 

temblando.

 

LAURA

Y por una cosa

 
 

tan natural; yo mañana

 
 

le he de escribir cuatro bromas

 
 

contándole que usté ha estado

 
 

aquí, y que ha venido sola

 
 

por no dignarse el haberme

 
 

conocido antes de ahora,

 
 

(y te encierra y no te ve

 
 

en diez años.)

 

ISABEL

No señora,

 
 

nada de eso; yo no quiero

 
 

disgustos; si monta en cólera...

 
 

y como nunca tenemos

 
 

por qué...

 

LAURA

Ya eso es otra cosa.

 

ISABEL

Crea usted que si no fuera

 
 

porque no es fácil que otra

 
 

persona que usted me pueda

 
 

conocer aquí, congojas

 
 

me darían de pensar

 
 

que supiesen...

 

LAURA

(¡Vaya, es tonta!)

 
 

¿Quiere usted ver los salones

 
 

ahora mismo?

 

ISABEL

Sí señora;

 
 

pero antes voy a sentarme,

 
 

porque estoy tan fatigosa

 

LAURA

La emoción...

 

UNAS SEÑORAS (En la puerta del foro.)

Muy buenas noches.

 

LAURA

Soy con ustedes. Señoras...

 
 

la generala, mi prima.

 

ISABEL

Qué elegantes.

 

LAURA

Son muy monas

 
 

las niñas...

 

UN POLLO

¿Cómo va, Laura?

 

LAURA

Hola, Luis.

 

ISABEL

¡Luis!

 

POLLO

No estás sola.

 

LAURA

Mi primo Luis.

 

ISABEL

¡Ah!

 

LAURA

Una amiga

 
 

recién llegada de Loja.

 

POLLO

Tengo mucho gusto...

 

ISABEL

Gracias.

 

POLLO

¿Quién hay por allá?

 

LAURA

Hasta ahora

 
 

poca gente; pero ve,

 
 

haz música, tú que tocas

 
 

tan bien.

 

POLLO

Hasta luego, prima.

 

ISABEL

Pues... la casa es muy hermosa.

 

LAURA

¿Le gusta a usted? Ya veremos

 
 

todo después.

 
     

Escena VII

   

DICHAS, el BRIGADIER.

   
     

BRIGADIER

(Están solas.

 
 

¡Pero qué mujer tan guapa!

 
 

vamos, es encantadora.)

 
 

¿Cómo aquí tan retirada?

 

LAURA

(El Brigadier.)

 

BRIGADIER

(¿Eh? ¡qué hermosa!

 
 

Presénteme usted por Dios.)

 

LAURA

Le presento a usted señora...

 

ISABEL

Ah, sí...

 

LAURA

Al Brigadier Ausal;

 
 

una excelente persona,

 
 

cuya brillante carrera...

 

BRIGADIER

Por Dios...

 

LAURA

Y brillante historia

 
 

y brillantes cualidades...

 

BRIGADIER

Basta de brillo, señora.

 
 

(Por Dios, que me está poniendo

 
 

lo mismo que un par de botas.)

 

LAURA

¡Ja, ja, ja! Es muy jovial.

 

ISABEL

No dudo...

 

LAURA

Tiene unas cosas...

 
 

Les dejo a ustedes, que adentro

 
 

tengo obligación forzosa...

 
 

Usted la llevará luego.

 

BRIGADIER

La llevaré. (Ay a la gloria

 
 

la llevaría...)

 

LAURA

(¡Y los tengo

 
 

que dejar... es una broma!)

 

BRIGADIER

No sé qué hacer.

 

ISABEL

(Es simpático

 
 

este Brigadier.)

 

(Pasa un criado con una bandeja de helados.)

   

BRIGADIER

¡No corras,

 
 

querido!

 

(Tomando un vaso y ofreciéndoselo a ISABEL.)

   
 

Sí usté permite

 
 

que la ofrezca...

 

ISABEL

Usted me colma

 
 

de... yo no sé qué decirle.

 

BRIGADIER

No, no hay de qué; eso conforta...

 

(Al CRIADO, que se ha quedado inmóvil con la bandeja en la mano.)

   
 

¡Vete ya, si yo no tomo!

 

ISABEL

¿De veras, y usted no toma

 
 

helado?

 

BRIGADIER

Me haría daño;

 
 

pues precisamente ahora

 
 

estoy tan... tan sofocado,

 
 

que de seguro una gota

 
 

de limonada me haría...

 
 

me haría muy mala obra.

 
 

(Esto de que yo no pueda

 
 

explicarme con las donas

 
 

como con los hombres, vaya,

 
 

que se me pone una cosa

 
 

en la garganta, y no puedo;

 
 

estoy tratando con tropa

 
 

toda la vida...) ¡Ah, no, venga!

 

(Recogiendo el helado que iba a dejar ISABEL.)

   

ISABEL

Gracias. ¿Tiembla usted?

 

BRIGADIER

Señora...

 

ISABEL

(Qué hombre tan raro...) (Pausa.)

 

BRIGADIER

(Despacio y riendo) ¡Caramba!

 

ISABEL

¿Qué?

 

BRIGADIER

¡Que a veces se ocasionan

 
 

casualidades que tienen

 
 

muchos busilis, señora!

 

ISABEL

Y por qué...

 

BRIGADIER

¡Por qué? Por nada.

 

ISABEL

Vaya pues.

 

BRIGADIER

Es una historia.

 

ISABEL

¿Interesante?

 

BRIGADIER

¿La digo?

 
 

Pues sepa usted que hará cosa

 
 

de dos meses que yo vivo

 
 

con la palabra en la boca

 
 

u con el alma en un hilo,

 
 

u como sea, por sola

 
 

la casualidad de un día

 
 

que iba usté en un coche sola

 
 

por la plaza de Matute,

 
 

y es usté tan buena mosa,

 
 

que yo, vamos, como tengo

 
 

buen gusto y no se me corta

 
 

la voluntad, desde entonces

 
 

la veo a usted a todas horas;

 
 

y al saber que aquí esta noche

 
 

iba usté a venir y sola,

 
 

dije yo, pues ¡amén! venga,

 
 

que yo le diré las cosas

 
 

que tengo yo atragantadas

 
 

desde la bendita hora

 
 

que la vi a usté; hablemos claro,

 
 

que tarde me veré en otra;

 
 

yo sé guardar un secreto,

 
 

y sé querer a mi modo,

 
 

sin perifollos ni dengues,

 
 

ni palabras ni bambollas,

 
 

soy leal, soy, cuando digo

 
 

que me gustan las personas,

 
 

un esclavo de los ojos

 
 

hermosos que me enamoran.

 
 

Yo la he seguido a usté en coche,

 
 

y a pie, y en locomotora,

 
 

quiero decir en un viaje

 
 

que hizo usted a Saragosa

 
 

desde Lérida... yo paso

 
 

la calle de usted, y las horas

 
 

se me hacen eternas, viendo

 
 

que a su balcón no se asoma:

 
 

la busco a usté en todas partes

 
 

la sigo como una sombra,

 
 

sueño con usté en voz baja

 
 

para que nadie me lo oiga,

 
 

y seré, en fin, si usté quiere

 
 

calmar la sed que me ahoga,

 
 

un esclavo de esos ojos,

 
 

que son dos soles que asoman

 
 

dando la luz al que triste

 
 

pasó la noche en zozobra;

 
 

de esos labios, que parecen

 
 

claveles, y en cuyas hojas

 
 

hay un bálsamo que cura

 
 

las heridas grandes y hondas;

 
 

de esas manos, de ese talle,

 
 

de ese aire, de esa persona,

 
 

en fin, yo no soy poeta,

 
 

pero le diré a usté en prosa,

 
 

que me tiene usté penando

 
 

y que es usté una real moza...

 

ISABEL

Pues señor... hay que reírse.

 

BRIGADIER

¡Cómo?

 

ISABEL

Motivo hay de sobra.

 
 

(Pues si así empieza la noche

 
 

dígole a usted que ya es broma.)

 
 

Brigadier, yo no comprendo

 
 

cómo usted, una persona

 
 

de carrera... se ha atrevido...

 

BRIGADIER

¿Pues que sólo se enamoran

 
 

los vagos?

 

ISABEL

No, no digo eso,

 
 

sino que es irrespetuosa

 
 

su actitud cuando por vez

 
 

primera me ve; y no es cosa

 
 

de...

 

BRIGADIER

Pues si lo voy dejando

 
 

se pasa otro año, señora,

 
 

y cuando espere a decirlo

 
 

ya no podré abrir la boca.

 

ISABEL

¿Pues cómo?

 

BRIGADIER

De viejo, digo...

 

ISABEL

¡Ja, ja! Tiene usté unas cosas...

 
 

(¡Yo no sé qué hacer, Dios mío!

 
 

si le hago caso, me agobia

 
 

y puede tomar en serio

 
 

lo que yo he tomado en broma.)

 

BRIGADIER

(Lo piensa.)

 

ISABEL

(Y si le desairo

 
 

y se enfada, y me hallo sola

 
 

sin conocer aquí a nadie,

 
 

¡y yo estoy muy pesarosa

 
 

de haber salido de casa!

 

BRIGADIER

¿Qué piensa usted?

 

ISABEL

En la broma

 
 

que usted me ha dado.

 

BRIGADIER

Yo...

 

ISABEL

¡Es claro!

 

BRIGADIER

Yo soy muy formal, señora.

 

ISABEL

O tal vez usted, creyendo

 
 

que yo soy de mi persona

 
 

dueña absoluta...

 

BRIGADIER

Hay marido,

 
 

ya lo sé.

 

ISABEL

¿Cómo?

 

BRIGADIER

Y me estorba.

 

ISABEL

(Es un majadero; vamos,

 
 

¿qué hace una con este posma?)

 

BRIGADIER

¡Lo detesto!

 

ISABEL

Ya es manía.

 

BRIGADIER

¡Lo aborrezco!

 

ISABEL

Usted me agobia.

 

BRIGADIER

¡Lo abomino!

 

ISABEL

Está usted loco.

 

BRIGADIER

¡Lo odio a muerte!

 

ISABEL

¡Es fuerte cosa!

 

BRIGADIER

Conque usté diga una frase...

 

ISABEL

Yo no digo frases locas.

 

BRIGADIER

Pues si usted ama a ese hombre,

 
 

¿por qué ha venido usté sola?

 

ISABEL

Porque él estaba ocupado,

 
 

ya lo sabe usted.

 

BRIGADIER

Historias.

 
 

O usted está bien sin él,

 
 

o a él de usted nada le importa;

 
 

no se viene a una reunión

 
 

siendo joven, siendo hermosa,

 
 

sin que venga el que es muy justo

 
 

que tenga celos de sobra.

 
 

No deja ningún marido

 
 

que vaya una mujer sola

 
 

adonde hay tantos moscones,

 
 

que aprovechan cualquier cosa.

 
 

Vamos, vamos, que yo entiendo

 
 

todas estas quisicosas,

 
 

y yo sé que usté y el otro

 
 

no se quieren ya gran cosa.

 

ISABEL

(Las razones son de peso;

 
 

si él supiera...)

 

BRIGADIER

Está usté sola;

 
 

todas esas que han venido

 
 

tienen novio, es otra casa;

 
 

y otras llevan los maridos

 
 

arrimados a la cola.

 

ISABEL

Bien mirado...

 

BRIGADIER

Estará bueno

 
 

que entre usted adentro ahora

 
 

sin que nadie la acompañe

 
 

ni la diga cuatro cosas;

 
 

pues bonito papel fuera

 
 

siendo usté tan buena moza.

 

ISABEL

Si me marcho...

 

BRIGADIER

Está usté mala.

 

ISABEL

Es capricho...

 

BRIGADIER

Está usted loca.

 

ISABEL

Ya es muy tarde...

 

BRIGADIER

Está usted ciega.

 

ISABEL

Son las doce...

 

BRIGADIER

Está usté sorda.

 

ISABEL

Ay coronel, yo no puedo

 
 

resistir a tal congoja.

 
 

Se ha empeñado usted en darme

 
 

que rabiar...

 

BRIGADIER

Rabia dichosa;

 
 

yo dejo que usted me muerda.

 

ISABEL

¡Jesús! Dice usted unas cosas...

 

BRIGADIER

¡Yo soy así! ¡Natural!

 

ISABEL

Y yo soy...

 

BRIGADIER

Encantadora.

 
 

Venga el brazo; vamos juntos;

 
 

allá dentro hay cien hermosas;

 
 

al momento que la vean

 
 

se van a quedar bisojas.

 

ISABEL

Vamos pues. (¿Y ya qué hago?

 
 

Le entretengo media hora

 
 

y me voy...)

 

BRIGADIER

Usté permite...

 

ISABEL

Muchas gracias.

 

BRIGADIER

De usté todas.

 

ISABEL

¡Me hace gracia!

 

BRIGADIER

¡Es que es muy guapa!

 

ISABEL

Es bonita esta consola...

 
 

(Distraigámosle.) ¿No es cierto?

 

BRIGADIER

Sí; pero esto... en Barselona...

 
     

Escena VIII

   

PEPE, LUIS.

   
     

PEPE

Ea, ya estás en el centro

 
 

de operaciones; ahora

 
 

veremos a la señora,

 
 

que debe de estar adentro.

 

LUIS

¿Cómo dices que se llama?

 

PEPE

Su nombre no he retenido;

 
 

yo siempre la he conocido

 
 

por la viuda de Saldama.

 
 

No sé su nombre de pila;

 
 

pocas veces la he hablado,

 
 

y siempre preocupado.

 

LUIS

Tu sans façon me horripila.

 
 

¡No abusemos!

 

PEPE

Si su gusto

 
 

es recibir mucha gente;

 
 

verás cuando te presente.

 

LUIS

¿No me pondrá ceño adusto?

 

PEPE

Al contrario; su manía

 
 

es tener la corte entera

 
 

en tu casa si pudiera.

 

LUIS

¿La da por la tontería?

 

PEPE

¡Pero qué severo eres!

 

LUIS

Hombre...

 

PEPE

Y tan intransigente...

 
 

Te empeñas en que la gente

 
 

sea como tú la quieras.

 
 

Con las gentes hay que ser

 
 

indulgente sin pasión,

 
 

y tomarlas como son

 
 

y no como deben ser.

 
 

Pero hombre, ¿cómo te atreves

 
 

a tales cosas?

 

LUIS

Ya entiendo.

 

PEPE

Chico, pues tú estás haciendo

 
 

ahora lo que no debes.

 

LUIS

¡Mintiendo!

 

PEPE

Mintiendo estás

 
 

con tu mujer.

 

LUIS

Razón tienes.

 

PEPE

Pues entonces, ¿a qué vienes

 
 

censurando a los demás?

 
 

Todos, puesto que mentimos,

 
 

motivo a censura damos,

 
 

y es justo que transijamos,

 
 

y de transigir vivimos.

 
 

¿Quién no murmura a la dueña

 
 

de la casa donde estás

 
 

y con su razón quizás?

 
 

Pero es afable, es risueña,

 
 

obsequia a sus relaciones

 
 

y admite en estos estrados,

 
 

entre cien hombres honrados

 
 

treinta o cuarenta bribones:

 
 

¿pero qué le hemos de hacer?

 
 

ni a ellos ni a ella los condeno,

 
 

yo procuro ser muy bueno.

 

LUIS

Así dice mi mujer.

 
 

Mas tratemos, por mi nombre,

 
 

de ver a nuestro hombre al fin.

 

PEPE

Pues mira, en nombrando al ruin

 
 

de Roma... ¡aquí está nuestro hombre!

 
     

Escena IX

   

DICHOS, LAURA, el BRIGADIER.

   
     

BRIGADIER

(No va mal, no la disgusto...

 
 

¡se ríe!)

 

LAURA

(¿Se ríe? Adiós,

 
 

¡me lo birla!) ¡Hola!

 

PEPE

Aquí hay dos

 
 

intrusos...

 

LAURA

¡Ah!

 

PEPE

Y tengo el gusto

 
 

de presentarles a ustedes

 
 

a un casi gobernador.

 

LAURA

¡Ah!

 

LUIS

¡Pero, chico!...

 

PEPE

El señor

 
 

de Céspedes y Paredes.

 

LAURA

Céspedes... ese apellido.

 

PEPE

¡Hola, general futuro!

 

(Pasando junto al BRIGADIER.)

   

BRIGADIER

¡Je, je!

 

PEPE

¡Conque nuestro Arturo

 
 

ministro!

 

BRIGADIER

Ya habrás sabido...

 

PEPE

No solamente lo sé,

 
 

sino que vengo a buscarte

 
 

por eso y a incomodarte.

 

BRIGADIER

Bueno, me incomodaré.

 

PEPE

Siempre fuiste complaciente.

 

BRIGADIER

Esta noche estoy confuso.

 

PEPE

Ya sabes que yo no abuso.

 

LAURA

Hoy tengo mucha más gente

 
 

y no esperaba el honor

 
 

de hallar un amigo nuevo.

 

LUIS

Oh, señora, yo me atrevo

 
 

a implorar tan gran honor.

 

LAURA

(Es guapo: ¿si será rico?)

 

PEPE

Esto estará tan ameno

 
 

como siempre.

 

BRIGADIER

Hoy está lleno

 
 

el salón; ¡qué mozas, chico!

 

PEPE

¡Vaya!

 

BRIGADIER

Hay una forastera.

 

LUIS

¿Guapa?

 

BRIGADIER

¡Qué moza!

 

LAURA

(¡Esto pasa

 
 

de raya! La echo de casa.)

 
 

Señores, el piano espera.

 

BRIGADIER

Vamos. (No, yo no he de ir

 
 

sin hacer lo que he pensado,

 
 

que será un golpe acertado.)

 
 

Si yo supiera escribir...

 

PEPE

¿Pues no sabes?

 

BRIGADIER

Yo me entiendo.

 

MAYORDOMO

Señora...

 

LAURA

Con el permiso.

 

BRIGADIER

Sé escribir; pero es preciso

 
 

para un plan que estoy urdiendo...

 

LAURA

Va a cantar una señora;

 
 

allá les espero a ustedes.

 
     

Escena X

   

PEPE, LUIS, el BRIGADIER.

   
     

PEPE

Mira, mi amigo Paredes

 
 

necesita sin demora

 
 

una recomendación

 
 

para tu hermano.

 

BRIGADIER

Bien, bien.

 

PEPE

Es preciso que le den

 
 

al punto una legación.

 

LUIS

Pero hombre...

 

PEPE

¿Qué?

 

LUIS

Vaya un brinco.

 

PEPE

¿Sabiendo leer y escribir

 
 

qué menos ha de pedir

 
 

el año setenta y cinco?

 

BRIGADIER

Yo lo haré; dame una nota.

 

PEPE

Escribe. (Sacando un pedazo de papel.)

 

LUIS

(¿En papel de luto?

 

PEPE

No importa; si este es muy bruto

 
 

y luego no entiende jota.)

 

BRIGADIER

(Me hablaba de la poesía...

 
 

de los hombres de talento...

 
 

si yo tuviera un momento

 
 

de inspiración... ¿qué no haría?

 
 

Con las hembras es filón

 
 

la poesía.)

 

PEPE

¡Oye, Fulano!

 
 

Vas a darle esto a tu hermano

 
 

esta noche, ¿oyes, pichón?

 

LUIS

(¡Pichón? hombre, ¡qué franqueza!

 

PEPE

Si a este le manejo yo...)

 
 

Pero, hombre, ¿estás lelo?

 

BRIGADIER

¡No!

 
 

pero me arde la cabeza.

 
 

Estoy metido en un trote.

 

LUIS

No molestes al señor,

 
 

mañana será mejor.

 

PEPE

Oye, hombre del chafarote,

 
 

te exijo que hagas por este

 
 

cuanto sea necesario;

 
 

es un hombre extraordinario,

 
 

y por mucho que te cueste...

 
 

Di que es un hombre de acción,

 
 

abogado, hombre discreto:

 
 

lo mismo escribe un folleto

 
 

que dirige una elección,

 
 

que trabajará con fe,

 
 

que hace versos...

 

BRIGADIER

¡Por mi nombre!

 
 

¿Hace usté versos? Pero, hombre,

 
 

¡por qué no lo ha dicho usté!

 

PEPE

¿Ves, hombre, ves? Si te callas,

 
 

¡cómo te han de colocar!

 

BRIGADIER

Pues si usté me va a lograr

 
 

que gane aquí más batallas...

 
 

¿Conque usté hace...?

 

LUIS

Poca cosa.

 

PEPE

¿Cómo, cómo? ¡qué, humildad!

 
 

tiene una facilidad

 
 

¡como si escribiera en prosa!

 

BRIGADIER

¡Pues nada! Por colocado;

 
 

mando en mi hermano.

 

LUIS

¡Ah, señor!

 

BRIGADIER

Pero favor por favor,

 
 

vengan, que esto es reservado.

 
 

Necesito unas coplitas

 
 

para decirle a una bella

 
 

que yo me muero por ella

 
 

con palabras muy bonitas.

 
 

¿Eh?

 

LUIS

(¡Qué inocente señor!)

 

PEPE

Pues anda.

 

BRIGADIER

Tiene marido.

 

PEPE

Mejor.

 

LUIS

¡Mejor?

 

BRIGADIER

Y he sabido

 
 

que es celoso.

 

PEPE

Pues mejor.

 

LUIS

¡Vaya! Pues siéntese usté;

 
 

voy a dictar. (¡Qué tontuna!)

 

BRIGADIER

No ha sido poca fortuna.

 

PEPE

Yo me voy y volveré.

 
 

Allí jugando al tresillo

 
 

estoy; ¡ya estás colocado!

 
 

Este es un desventurado.

 

LUIS

Pero...

 

PEPE

(Anda con él, Luisillo.)

 
     

Escena XI

   

EL BRIGADIER, LUIS.

   
     

LUIS

Quiera Dios que se me ocurra.

 

BRIGADIER

Diga usted.

 

LUIS

Voy a pensar.

 

BRIGADIER

Es preciso idealizar...

 

LUIS

Déjeme usté que discurra.

 

BRIGADIER

Ella no me hace gran caso;

 
 

pero los versos le petan,

 
 

y si los versos aprietan,

 
 

me pueden sacar del paso.

 

LUIS

Lástima grande, mi bien...

 
 

que mientras con loco afán...

 
 

busco yo en tu amor mi edén,

 
 

tengas otro dueño tan...

 

BRIGADIER

¡Tan Adán! ¡Así va bien!

 

LUIS

(No puedo tener la risa;

 
 

¿quién será la desdichada

 
 

que dé a este hombre una sonrisa?)

 

BRIGADIER

¡Si no va usté más de prisa

 
 

no vamos a poner nada!

 

LUIS

Lástima graude, ¡ay de mí!

 
 

lástima que el más dichoso

 
 

pueda contemplar en ti...

 

BRIGADIER

Ya hay tres lástimas aquí,

 
 

¡esto va muy lastimoso!

 

LUIS

Te amo, te quiero, te adoro,

 
 

en mi soledad te imploro,

 
 

y pienso en que otro mortal

 
 

te ha de mirar, y ¡oh desdoro!...

 

BRIGADIER

Me parece a mí muy mal.

 

LUIS

Él te adora, enamorado

 
 

de ti sin ningún desvío,

 
 

siempre en tu amor embobado

 
 

es feliz...

 

BRIGADIER

Amigo mío,

 
 

usté debe ser casado.

 

LUIS

Sí lo soy.

 

BRIGADIER

Yo bien decía.

 

LUIS

¿Por qué?

 

BRIGADIER

Porque se extasía

 
 

viendo al otro merecer;

 
 

diga usted lo que diría

 
 

si engañara a su mujer.

 

LUIS

Tu amor le quiero a despecho

 
 

del monstruo que te domina,

 
 

porque hay dentro de mi pecho

 
 

un altar que mi amor ha hecho

 
 

a tu beldad peregrina.

 
 

Él es tu exclusivo dueño;

 
 

él que a vivir te convida,

 
 

porque ponemos empeño,

 
 

él en ser mortal beleño,

 
 

yo elixir de nueva vida;

 
 

él es la noche, yo el día,

 
 

él duerme y yo aliento en ti,

 
 

él es duelo, yo alegría;

 
 

¿qué mucho que al fin un día

 
 

llegues a pensar en mí?

 
 

yo en pago tan sólo anhelo,

 
 

ahuyentando su pesar,

 
 

ser, viendo en ti mi consuelo,

 
 

luz y sombra, tierra y cielo,

 
 

¡y alegría y bienestar!

 

BRIGADIER

¡Bravísimo!

 

LUIS

¿Habrá sabido

 
 

emprender?...

 

BRIGADIER

Agradecido

 
 

quedo.

 

LUIS

¿De veras?

 

BRIGADIER

Sí a fe;

 
 

mas ¿de qué se ríe usté?

 

LUIS

¡Pues claro está, del marido!

 
 

Debe ser un desdichado;

 
 

yo me figuro una cara

 
 

mas le está bien empleado.

 

BRIGADIER

¡Vaya! Si a usté le pasara

 

LUIS

¡No, no tenga usté, cuidado!

 

BRIGADIER

¿Hay confianza?

 

LUIS

Mi esposa

 
 

no viene por estas casas;

 
 

¡se está en la suya!

 

BRIGADIER

¿Es juiciosa?

 

LUIS

Y muy buena y hacendosa...

 

BRIGADIER

Pues me voy, que estoy en brasas.

 
 

Yo cumplo lo que prometo;

 
 

usté me guarda el secreto

 
 

de este favor.

 

LUIS

Callaré.

 

BRIGADIER

Y yo le coloco a usté

 
 

por el soneto.

 

LUIS

¿Soneto?

 

BRIGADIER

Es muy lindo, sí señor;

 
 

voy a dárselo a mi amor;

 
 

¡es composición muy mona!

 
 

Sin embargo, en Barcelona

 
 

la habrían hecho mejor,

 
     

Escena XII

   

LUIS.

   
     
 

Es un pedazo de atún

 
 

con un olor a cuartel;

 
 

pero el tipo es muy común:

 
 

hay muchos que tienen pun-

 
 

tos de contacto con él.

 
 

Los versos son lo más malo

 
 

que pude hacer en mi vida;

 
 

le haré otros, y otro regalo,

 
 

y le contento y propalo

 
 

su talento; y en seguida...

 
 

¡cuento con un protector

 
 

para siempre! Pues señor,

 
 

voy a buscar a mi amigo;

 
 

¡mi mujer en lo mejor

 
 

del sueño, sueña conmigo!

 
     

Escena XIII

   

PEPE, luego ISABEL.

   
     

PEPE

¡Qué condenada partida!

 
 

pierdo seis duros y medio;

 
 

yo no vuelvo aquí en mi vida;

 
 

qué cosa tan divertida;

 
 

pongamos pronto remedio.

 
 

Ya hemos visto al Brigadier

 
 

y está logrado el empleo;

 
 

aquí no hay nada que hacer.

 

ISABEL

¡Qué calor!

 

PEPE

Una mujer.

 

ISABEL

Huyamos... ¡Jesús! (Viendo a PEPE.)

 

PEPE

¡Qué veo!

 

ISABEL

¡Pepe!

 

PEPE

¡Isabel!

 

ISABEL

¡Ay qué apuro!

 

PEPE

¿Usté aquí? Pues ¿cómo es esto?

 

ISABEL

No, no soy yo... (De seguro

 
 

que me descubre.) Le juro...

 

PEPE

¿Que usté no es usté? ¡Protesto!

 

ISABEL

Crea usted...

 

PEPE

Pero señora,

 
 

¿no estaba usted con jaqueca?

 

ISABEL

No señor, la tengo ahora.

 

PEPE

¿Pero usted aquí a esta hora?

 

ISABEL

Amigo, cualquiera peca,

 
 

y luego que... como Luis

 
 

no quería que viniera...

 

PEPE

¿Era a esta casa?

 

ISABEL

En un tris

 
 

estuvo que le dijera...

 

PEPE

¡Pues es un grano de anís!

 
 

Si la ve a usted...

 

ISABEL

¡Quién!

 

PEPE

¡Pues él!

 

ISABEL

¿Pues qué está aquí?

 

PEPE

Ya lo creo.

 

ISABEL

¡Ay! Yo muero... ¡aleve, infiel!

 
 

con que él...

 

PEPE

Desde aquí le veo

 
 

hablar con el Coronel...

 

ISABEL

Qué embusteros son ustedes.

 

PEPE

Me insulta usted, cuando trato

 
 

de evitar...

 

ISABEL

En cuantas redes

 
 

le meterá usted...

 

PEPE

¡Yo!

 

ISABEL

Ingrato.

 

PEPE

¿Sí? pues... chico, ¡ven si puedes!

 

ISABEL

¡Por Dios!

 

PEPE

Pues tan sin razón

 
 

cuando pienso en su aflicción

 
 

me trata de un modo duro...

 

ISABEL

Amigo mío, ¡perdón!

 
 

¡sáqueme usted de este apuro!

 
 

¿qué va a decir si me ve?

 

PEPE

¡Pobrecilla!

 

ISABEL

¿Quién contiene

 
 

su furor?

 

PEPE

Yo no lo sé.

 

ISABEL

Pero...

 

PEPE

¡Lo que sé es que viene!

 

ISABEL

Por Dios, escóndame usté...

 

PEPE

¿Pero dónde?...

 

ISABEL

No hay salida.

 

PEPE

¡Pronto... aquí! (La esconde en el balcón.)

 

ISABEL

Yo aquí escondida

 
 

me quedo a ver lo que pasa.

 
 

¡Sáquele usté de esta casa

 
 

que yo me voy en seguida!

 
     

Escena XIV

   

PEPE, LUIS, ISABEL escondida.

   
     

PEPE

(¡Vaya un paso! si es probado

 
 

que no hay mando con mujeres.)

 

LUIS

Hola, Pepe, ¿has acabado?

 

PEPE

Sí, y te esperaba... sentado. Vámonos.

 

LUIS

¿Irnos?

 

PEPE

¿No quieres?

 
 

¿Qué nos detiene aquí ya?

 

LUIS

Chico, yo... yo no me voy.

 

PEPE

Cómo que...

 

LUIS

Como que estoy

 
 

enamorado.

 

PEPE

Agua va.

 

ISABEL

(¿Qué ha dicho?)

 

LUIS

¡Sí, por quien soy!

 

PEPE

Pero tú... ¡un hombre casado!

 

LUIS

Es decir... enamorado

 
 

no; pero, en fin, un capricho.

 

ISABEL

(¡Ay, ay, ay!)

 

LUIS

Lo dicho, dicho,

 
 

me quedo; ¡estoy secuestrado!

 

PEPE

¡Pero hombre!

 

LUIS

A ti te he de hablar

 
 

con franqueza.

 

PEPE

A ver, a ver.

 

LUIS

¿Por qué no he de aprovechar

 
 

un momento de lugar

 
 

que me deja mi mujer?

 

ISABEL

(¡Pues yo no dejo esto así!)

 

PEPE

(Esto se pone muy grave.)

 

LUIS

Nunca soy dueño de mí,

 
 

y puesto que ella no sabe

 
 

que estoy esta noche aquí...

 

ISABEL

(¡Vaya si lo sabe!)

 

PEPE

Es claro.

 

LUIS

Finjo que mi amor declaro.

 

PEPE

¿Pero quién así te abrasa

 
 

de amor de modo tan raro?

 

LUIS

¡La señora de la casa!

 

PEPE

¡Ah!

 

ISABEL

(¡Con ella!)

 

LUIS

Es muy bonita;

 
 

dice frases insinuantes;

 
 

y pues no es muy bendita

 
 

como tú decías antes...

 

ISABEL

(¡Qué amigas tienes, Benita!)

 

LUIS

Es muy guapa.

 

PEPE

¡Ya lo creo!

 

LUIS

Y así para un trapicheo,

 
 

cual suelen decir ahora,

 
 

me conviene esa señora.

 

ISABEL

(¡Ya lo creo!)

 

PEPE

¡Ya lo creo!

 

LUIS

¿Lo has dicho una vez o dos?

 

PEPE

Hombre, vámonos de aquí.

 

ISABEL

(¡Qué se ha de ir!)

 

LUIS

Yo voy en pos

 
 

de mi bella amiga, ¡adiós!

 
     

Escena XV

   

DICHOS, el BRIGADIER, con el papel en la mano.

   
     

BRIGADIER

Diga usté, ¿qué dice aquí?

 

LUIS

Aquí dice... es que usted ha hecho

 
 

una letra.

 

ISABEL

(No, esto es hecho.

 
 

Yo salgo.)

 

PEPE

Si está borracho.

 

LUIS

(Leyendo) «Tu amor le quiero a despacho...»

 

BRIGADIER

Yo había puesto al despacho.

 

LUIS

¿Dieron fuego las coplitas?

 

BRIGADIER

Le darán, son muy bonitas;

 
 

no he podido hallarla; ahora

 
 

voy a ver... ah, la señora

 
 

dice que le necesita.

 

ISABEL

(¿Que le necesita?)

 

PEPE

¡Horror!

 

LUIS

Allá corro.

 

PEPE

(Lo mejor

 
 

es que yo a fuerza le lleve.)

 
 

No tema usté; él no se atreve

 
 

a hablar con ella de amor.

 
     

Escena XVI

   

ISABEL, el BRIGADIER.

   
     

BRIGADIER

Ya está bien.

 

ISABEL

¡Al fin! ¡Salgamos!

 

BRIGADIER

¡Ah señora!

 

ISABEL

¡Oh Brigadier!

 

BRIGADIER

A usted la busco, que vamos

 
 

unos versos a leer.

 

ISABEL

Muchas gracias; ya adivino...

 

BRIGADIER

Para usted los hice yo.

 

ISABEL

(¡Y hechos por él! ¡Asesino!)

 
 

No me gustan.

 

BRIGADIER

¿Cómo no?

 

ISABEL

Los conozco.

 

BRIGADIER

Si he acabado

 
 

de hacerlos.

 

ISABEL

No escucho nada.

 

BRIGADIER

(¡Es capaz de haberme dado

 
 

una poesía usada!)

 

ISABEL

Los conozco, es una intriga;

 
 

conozco mucho al autor,

 
 

y es un hombre a quien me liga

 
 

larga amistad...

 

BRIGADIER

¡Ah traidor!

 

ISABEL

Deje usted...

 

BRIGADIER

¿Será su amante?

 

ISABEL

Déjeme usted, caballero.

 

BRIGADIER

¡Pide un destino el bergante!

 
 

¡Lo meto en el Saladero!

 
 

Perdone usted.

 

ISABEL

Perdonado;

 
 

no vuelva usted a insistir.

 

BRIGADIER

Haberme así a mí burlado...

 

ISABEL

¡Me dejará usted salir!

 

BRIGADIER

Voy a ver a esa persona

 
 

y vuelvo.

 

ISABEL

Yo estaré lejos.

 

BRIGADIER

¡Uf! ¡Madrid! ¡En Barcelona

 
 

no darían versos viejos!

 
     

Escena XVII

   

ISABEL.

   
     
 

¡Oh, salgamos! Yo he faltado,

 
 

pero en cambio, ya he sabido

 
 

que también a lo jurado

 
 

faltar sabe mi marido.

 
     

Escena XVIII

   

ISABEL, el MAYORDOMO.

   
     

MAYORDOMO

¿Qué le pasa a esta señora?

 

ISABEL

¿La salida, es por allí?

 

MAYORDOMO

¿Se va usted?

 

ISABEL

Y sin demora.

 

MAYORDOMO

Pero sola...

 

ISABEL

¡Sola, sí!

 

MAYORDOMO

(Nunca he visto a esta mujer.)

 

ISABEL

Usted me acompañará.

 

MAYORDOMO

Yo, señora...

 

ISABEL

Voy a ver...

 

MAYORDOMO

(Está inquieta... ¿Quién será?)

 

ISABEL

¡Vamos, hombre! Necesito

 
 

que me guíen; ya olvidé...

 
 

¡Ah! (Viendo a PEPE, que viene corriendo.)

 
     

Escena XIX

   

DICHOS, PEPE.

   
     

PEPE

¡Vamos, vamos, prontito!

 
 

¡El abrigo!... ¡Corra usté!

 
 

Allí le dejo engolfado;

 
 

por aquí hay un corredor;

 
 

¡sígame usted y saldremos

 
 

por la escalera interior!

 

(Se dirigen a una de las puertas laterales.)

   

MAYORDOMO

Por la escalera... ¡Ladrones!

 

PEPE

¡Ay, qué bruto! ¡Pronto! ¡Vamos!

 

MAYORDOMO

¡Aquí!

 
     

Escena XX

   

MAYORDOMO, LAURA, LUIS, BRIGADIER, CONVIDADOS.

   
     

TODOS

¿Qué pasa?

 

MAYORDOMO

¡Ah bribones!

 

LUIS

Pero señor, ¿dónde estamos?

 

LAURA

¡Pero qué ocurre en mi casa!

 

MAYORDOMO

Una señora, un señor,

 
 

aún deben estar saliendo,

 
 

de aquí se han ido corriendo

 
 

por la escalera interior.

 
 

Ella es alta, rubia, hermosa;

 
 

él es... uno que ha venido

 
 

con otro; a él le he conocido.

 

LAURA

¿Pero qué dice?

 

LUIS

¡Ay qué cosa!

 

BRIGADIER

Pero quiénes puedan ser...

 

TODOS

¡Qué escándalo!

 

MAYORDOMO

A él le conozco.

 

LAURA

Su nombre...

 

MAYORDOMO

Don José Orozco.

 

LUIS

Pepe.

 

BRIGADIER

Pepe.

 

LAURA

¿Y la mujer?

 

MAYORDOMO

No podré decir quién era.

 

LAURA

Aquí no falta ninguna.

 

BRIGADIER

Sí señora, falta una.

 

LAURA

Es verdad, la forastera.

 

BRIGADIER

Es decir que el tal Pepito

 
 

era su amante y callaba,

 
 

¿y a usté me recomendaba?

 
 

Pues mi papel es bonito.

 

LAURA

Ay, si lo que a mí me pasa...

 
 

¡A ninguna le ha pasado!

 

MAYORDOMO

(Ya el escándalo se ha dado.

 
 

¡A ver si cierra la casa!)

 

LAURA

Yo no creía temer...

 
 

¿mas quién lo puede evitar?

 
 

Yo no me puedo negar

 
 

a recibir y a tener...

 

TODOS

¡Es verdad!

 

LAURA

Yo la he creído

 
 

persona bien educada

 
 

y me ha tenido engañada.

 
 

¡Si la hubiera conocido!...

 
 

Figúrense ustedes, yo,

 
 

que desde que tengo dientes

 
 

estoy recibiendo gentes

 
 

en Francia, en España, en Pau,

 
 

en Biarritz, en los primeros

 
 

círculos de Portugal;

 
 

yo que he gastado un caudal

 
 

en recibir extranjeros,

 
 

dando la gente un nocturno

 
 

testimonio de mi gasto,

 
 

que no puedo dar abasto

 
 

a gente de alto coturno

 
 

y a la gente burocrática

 
 

que cobra mayores nóminas,

 
 

verme yo en estas andróminas

 
 

por una intrusa antipática,

 
 

y aún hay hombres que han osado

 
 

decirla hoy mismo piropos;

 
 

qué enamorados tan topos,

 
 

¡qué gusto tan estragado!

 
 

yo declaro que esa tal

 
 

ha venido casualmente,

 
 

tal vez decididamente

 
 

a querer hacerme mal,

 
 

ya puedes chillar ufana,

 
 

¡malicia que tanto corres!

 
 

¡todo esto saldrá en La Corres-

 
 

pondencia de la mañana!

 
 

¡qué disgusto! ¡qué disgusto!

 
 

yo estoy mala... ¡Ay! yo me muero.

 

(Se desmaya.)

   

BRIGADIER

Una silla...

 

OTRO SEÑOR

Pronto.

 

LUIS

(Al BRIGADIER.) Pero...

 
 

¿me quiere usted dar el gusto

 
 

de decirme quién es ella?

 

BRIGADIER

¿Quién es? ¡Pues claro! ¡gentuza!

 

UNA SEÑORA

Una cursi.

 

BRIGADIER

Una andaluza...

 
 

(¡Y yo enamorado de ella!)

 

UNA SEÑORA

Ha venido a pretender

 
 

con su marido, que ha sido

 
 

secretario...

 

UN POLLO

Algún perdido.

 

OTRO

Cualquier cosa debe ser.

 

LUIS

Pero...

 

OTRO

Cuando a tal se atreve...

 

LUIS

Y su nombre.

 

OTRO

Isabelita.

 

LUIS

¿Donde vive?

 

BRIGADIER

Aquí cerquita.

 
 

En el Clavel, diesinueve.

 

LUIS

(¡Mi mujer!) (Cae en otra silla.)

 

UNA SEÑORA

¿Otro disgusto?

 

BRIGADIER

Le ha cogido de sorpresa:

 
 

un ataque a la cabeza;

 
 

un médico.

 

OTRA SEÑORA

¡Vaya un susto!

 

LAURA

Señores, suprimo el té.

 

TODOS

¿Cómo?

 

LAURA

(Ya que puedo ahorrarme

 
 

el gasto...) Voy a acostarme...

 
 

¡Uf! ¡Me alegro por usté! (Al BRIGADIER.)

 

TODOS

¿Vámonos?

 

OTRO

Vámonos, sí.

 

UN POLLO

Señor... ¡Parece increíble!

 
     

Escena última

   

LUIS, el BRIGADIER.

   
     

LUIS

Mi mujer... ¡es imposible!

 

BRIGADIER

¿Vive usté con Pepe?

 

LUIS

Sí.

 

BRIGADIER

Dígale usted que mañana

 
 

temprano le iré a buscar,

 
 

que soy hombre y militar,

 
 

y que no me da la gana

 
 

de sufrir sus chanzonetas

 
 

ni me engañe como a un chino,

 
 

y a más me pida un destino

 
 

que vale diez mil pesetas;

 
 

y usted que se asusta así

 
 

por su amigo, oiga usté en calma:

 
 

¡mañana le rompo el alma!

 
 

¡Estoy muy cargado! ¡Muy!

 

Fin del Acto segundo

   

 

 

Acto tercero

   

La misma decoración del acto primero.

 

Escena I

 

ISABEL.

 
   
 

¡Las ocho de la mañana

 

y mi esposo sin venir,

 

y yo dada a los demonios

 

y llorando este desliz,

 

que me priva del gustazo

 

de poderle recibir

 

como se merece un hombre

 

que así se burla de mí!

 

¿Pero cómo le condeno,

 

cómo le puedo decir,

 

anoche has ido a una casa

 

que hay en la Red de San Luis,

 

donde habita una señora

 

como te gustan a ti?

 

Y él me dirá que es mentira,

 

y no le podré reñir,

 

porque dirá: ¿cómo sabes

 

que anoche estaba yo allí?

 

¿Y cómo digo -te he visto...-

 

¡si yo no he debido ir!

 

Si diciéndole declaro

 

mi desobediencia y mi...

 

¿Por qué salí yo de casa,

 

por qué he salido? ¡infeliz!

 

Por... porque me dio la gana,

 

pues... porque somos así,

 

porque no hay cosa más grave

 

que querernos prohibir...

 

¡Ay, qué cosas nos pasaron

 

desde aquella casa aquí!

 

¡Por el corredor a oscuras,

 

Pepe delante de mí

 

me llevaba de la mano;

 

yo me dejé conducir,

 

y no acabábamos nunca

 

con un corredor sin fin!

 

De pronto Pepe tropieza,

 

derriba un aguamanil

 

a oscuras, suena un estrépito

 

espantoso, se oye abrir

 

una puerta y una voz

 

exclama: -¿Quién anda ahí?-

 

Y Pepe aprieta a correr

 

siempre tirando de mí;

 

nos damos un testarazo

 

contra la pared, y al fin

 

topamos con una puerta

 

y empezamos a subir

 

una escalera a tentones,

 

diciendo yo: -«¿Por aquí?

 

¿Dónde vamos? ¿Al tejado?»-

 

Y él empeñado en subir,

 

y encuentra una puerta abierta

 

y se cuela por allí

 

sin soltarme, y nos zampamos

 

en un sucio cuchitril,

 

y hallamos una criada

 

oyendo a un guardia civil

 

que le contaba unas cosas...

 

que no se pueden decir.

 

Al vernos se asustan ambos.

 

-¿Qué es lo que busca usté aquí?-

 

dice el guardia; y dice Pepe:

 

-¡La puerta para salir,

 

animal!- Y el veterano

 

que se ve tratar así,

 

le pega una bofetada

 

que la debieran oír

 

en la calle. Pepe, airado,

 

me aparta lejos de sí,

 

coge al otro por el cuello

 

y lo empieza a sacudir

 

¡tales porrazos y tantos

 

que le puso un ojo así! (Marcando.)

 

La criada vocifera

 

¡socorro! ¡vengan aquí!

 

y empiezan a abrirse puertas,

 

y ladra abajo un mastín,

 

y sale un tuerto en camisa

 

con una luz y un fusil,

 

y la portera que sube,

 

y un vecino chiquitín

 

diciendo: -¿dónde es el fuego?-

 

y yo que tal cosa oí,

 

grito: ¡fuego! y gritan ¡fuego!

 

y se empieza a repetir

 

la palabra, y en barullo

 

echamos juntos a huir,

 

rodando por la escalera

 

seis señoras, el civil,

 

el tuerto, la maritornes,

 

un aguador, el mastín,

 

un gato, un chico, una cómoda,

 

un hombre, una codorniz,

 

dos serenos, una cuba,

 

una manta y un badil.

 

¡Truuum! Allá vamos todos;

 

por fin logramos salir

 

a la calle y oigo a Pepe

 

que me dice: -Por aquí-

 

iba el pobre sin sombrero,

 

riéndose el infeliz;

 

yo perdí en la batahola

 

mi abrigo de cachemir.

 

Pasa un coche. -Alto cochero.

 

Isabel, entre usté ahí,

 

yo voy muerto. -Al cementerio-

 

grita Pepe, por decir

 

algo y con la broma olvida

 

el dar más señas y así

 

queda la cosa, y el coche

 

comienza a andar y a subir,

 

y a bajar, y en tanto hablamos,

 

nos dejamos conducir,

 

y para el coche, y bajamos

 

extramuros de Madrid,

 

¡frente a la Sacramental

 

de San Ginés y San Luis!

 

-¡Qué infamia! -grita mi amigo.

 

-¡Usté me ha mandado aquí!-

 

dice el cochero -¡Ah salvaje!-

 

Y volvemos a subir

 

y a deshacer el camino,

 

y antes de llegar aquí

 

se espanta el caballo y corre,

 

y me preparo a morir,

 

y nos lleva hasta la fábrica

 

de jabón de Chamberí.

 

Bajamos, tomamos otro

 

que al cabo nos trae aquí,

 

y a las tres de la mañana

 

me ve mi patrón subir

 

triste, pálida, sin moño,

 

desesperada, febril,

 

con una manga de menos

 

y un chichón en la nariz.

 

Voto de un hábito hice

 

si salgo con bien al fin,

 

porque la paz de mi casa

 

vale por todo Madrid.

   

Escena II

 

ISABEL, PEPE.

 
   

PEPE

Buenos días, compañera.

ISABEL

¡Ah!

PEPE

¿Consiguió usted dormir?

ISABEL

No, no he pegado los ojos.

PEPE

¡Qué tontuna! ¡Pues yo sí!

ISABEL

Pero hombre...

PEPE

¿Pues qué ha pasado

ISABEL

¡Friolera!

PEPE

Si en Madrid

 

pasa eso todos los días.

ISABEL

Pero como nunca a mí

 

me sucedió...

PEPE

Pues por eso

 

le choca a usted; un país

 

meridional sólo vive

 

de emociones.

ISABEL

¡Ya!

PEPE

Y aquí

 

se vive siempre en continua

 

emoción.

ISABEL

¡Hombre feliz!

PEPE

(Hay que consolarla; pobre,

 

lo que ha debido sufrir.)

 

Usted como de provincias,

 

no concibe...

ISABEL

Pero, en fin,

 

¿querrá usted probarme ahora

 

que aquí se suele vivir

 

rodando las escaleras

 

y con el alma en un tris?

PEPE

No; pero la veo a usted

 

asustada; bueno, sí,

 

que lo sucedido es grave,

 

¿pero se va usté a afligir

 

por torpeza más o menos?

 

Si lo importante es que Luis

 

no sepa que usté ha infringido

 

su prohibición...

ISABEL

¡Ah, sí!

PEPE

Con tal de que desde el punto

 

en que salimos de allí

 

no la nombrara a usté nadie

 

y él no pudiera decir:

 

-mi mujer es la que ha huido,-

 

no puede saber...

ISABEL

A mí

 

se me figura que habría

 

murmuración.

PEPE

El mandril

 

del mayordomo... no hay duda.

ISABEL

¿Qué?

PEPE

Lo sabe todo Luis.

ISABEL

¿Cree usted?...

PEPE

Es indudable.

ISABEL

Nos buscarían.

PEPE

Oh, sí,

 

ya me lo temía yo.

 

Dirían...

ISABEL

¡Ay infeliz!

PEPE

¡Chist!... Váyase usted a la cama.

ISABEL

¿Cómo?

PEPE

Yo me quedo aquí

 

para preparar la cosa:

 

en cuanto oiga usted a Luis

 

comience usted a gritar.

ISABEL

¿A gritar?

PEPE

Sí, mujer, sí;

 

dígale usted que ha pasado

 

la noche en un grito allí.

 

Y bien mirado, en un grito

 

la hemos pasado.

ISABEL

Feliz

 

idea.

PEPE

Póngase usted

 

en la cara un corbatín,

 

una venda.

ISABEL

Ya.

PEPE

Un emplasto,

 

unas obleas aquí...

ISABEL

Ya.

PEPE

O un sello de franqueo

 

o lacre.

ISABEL

¿Lacre?

PEPE

O, en fin,

 

la cara certificada.

ISABEL

Pero...

PEPE

Y déjeme usté a mí.

 

Usted es la que ha faltado.

ISABEL

¡No señor!

PEPE

Sí, amiga, sí.

ISABEL

¿Y él no ha faltado también?

PEPE

Él fue a negocios.

ISABEL

¡Ah, sí!

 

¡A enamorar a la otra!

PEPE

¡Qué ha de enamorar!

ISABEL

¡Qué vil

 

conducta!

PEPE

Si no se atreve;

 

si es de lo más infeliz:

 

enamorado... un cesante,

 

un gobernador civil

 

en ciernes... un progresista;

 

¿dónde ha visto usté eso?

ISABEL

¡A mí

 

no me nieguen lo que he visto!

PEPE

Pero, señora, si al fin

 

de estos trotes lo enviáramos

 

de embajador a Pekín,

 

¿no se puede dar por bien

 

empleado ese desliz?

ISABEL

Según y cómo.

PEPE

Un destino

 

importante, un viaje allí,

 

a la capital de China,

 

donde había usted de ir

 

vestida de oro y de perlas

 

y a paseo en palanquín,

 

con un pericón más grande

 

que la plaza de Madrid.

ISABEL

Pepe, tiene usté unas cosas...

PEPE

Váyase usted a dormir

 

y pídale usted a Dios

 

que él no oyese nada allí.

ISABEL

¡Ay! Si él supiera.

PEPE

Pues digo,

 

¡cómo se pondría! En fin,

 

vaya usté a ponerse mala.

ISABEL

No sé si sabré fingir.

PEPE

Si no sabe usté enfermar,

 

entonces hago venir

 

un médico.

ISABEL

No, eso no.

 

Fío...

PEPE

¡Fíe usted en mí!...

   

Escena III

 

PEPE, el CRIADO.

 
   

CRIADO

Don Luis viene.

PEPE

Oye, tú, hermoso.

 

Toma.

CRIADO

¿Cinco duros?

PEPE

Chist.

CRIADO

Pero...

PEPE

Te va a preguntar

 

si pasó la noche aquí

 

la señora.

CRIADO

Y yo le digo...

PEPE

Y tú te dices que sí.

CRIADO

¡Ah!

PEPE

Que llamastes al médico,

 

que luego te hicieron ir

 

a la Bolsa.

CRIADO

Ya entiendo;

 

¿qué más tengo que decir?

PEPE

A todo lo que pregunte

 

además, finge no oír,

 

o le dices que lo ignoras.

CRIADO

Que lo ignoro.

PEPE

Cabal. ¡Chist!

   

Escena IV

 

PEPE, LUIS, el CRIADO.

 
   

LUIS

Toma, Pablo. (Dándole el abrigo)

PEPE

(Yo deploro

 

lo que pasa... mas ¡qué diablo!)

LUIS

(Mirando el reloj.)

 

Parado. ¿Qué hora es?

CRIADO

Lo ignoro.

LUIS

¿No lo sabes? (Pausa.) Oye, Pablo.

 

¿Tú eres un hombre leal?

CRIADO

Lo ignoro.

LUIS

¿Cómo?

PEPE

(¡Je, je!)

LUIS

hombre... ¡eres un animal!

CRIADO

Lo ignoro.

LUIS

¡Pues yo lo sé!

 

¿Qué te ha dicho la señora?

CRIADO

Lo ignoro.

LUIS

¿Hay tal zanganada?

 

¡Este hombre todo lo ignora!

 

¿No te ha preguntado nada?

CRIADO

No señor.

LUIS

¿A qué hora vino?

CRIADO

¿Venir?

LUIS

¿Pero qué te pasa?

 

¿Te has vuelto lelo, beduino?

CRIADO

Si no ha salido de casa.

LUIS

¡Hombre, te voy a matar!

CRIADO

Pero señorito, yo...

LUIS

Es que no la has visto entrar.

CRIADO

Si digo que no salió.

LUIS

¡Pues yo te digo que sí,

 

que ha salido! ¿Dónde está?

PEPE

Tu mujer estaba aquí

 

mientras tú estabas allá.

LUIS

(Al CRIADO.) ¡Vete... imbécil! Deseaba (A PEPE.)

 

encontrarte... ¡y te encontré!

 

¡Vete, imbécil!

CRIADO

¡Ah, pensaba

 

que hablaba usté a Don José...

(Pepe le da un puntapié y sale corriendo.)

 
   

Escena V

 

PEPE, LUIS.

 
   

LUIS

¡Lo sé todo!

PEPE

Adiós misterio.

LUIS

¡Eres un vil, un traidor,

 

un aleve!

PEPE

Haz el favor

 

de no ponerte tan serio.

LUIS

El escándalo se ha dado,

 

mas la gente, que es chismosa,

 

ignora que era mi esposa

 

y esto llevo ya ganado.

 

¡Mas me robas su cariño,

 

mi dicha, mi posición!

PEPE

Pero hombre, no seas niño,

 

que estás tocando el violón.

 

¿Qué dijeron allí anoche?

LUIS

¡Pues nada, se ha ido con él!

 

¿Y quién es? ¡la forastera!

 

¿Cómo se llama? ¡Isabel!

 

Mujer de un hombre que ha sido,

 

terco sin segundo.

PEPE

Pero

 

¿tú piensas que has adquirido

 

la única Isabel del mundo?

LUIS

¡Dieron señas de esta casa!

 

¡Todo, todo lo he sabido!

PEPE

Oye. ¡Verás lo que pasa!

LUIS

¿Pero caigo yo de un nido?

PEPE

¡Pues sí señor!

LUIS

¡Pepe!... Pepe...

PEPE

¡Calla, ingrato! Ahora verás.

LUIS

¡Pablo! Que luego me increpe

 

tu labio, mas tú oirás.

   

Escena VI

 

DICHOS, CRIADO.

 

Pepe tapa con el cuerpo a LUIS mientras pregunta al CRIADO.

 
   

PEPE

¿Cuántas Isabeles hay

 

en la casa?

(Le enseña la mano abiertos los cinco dedos.)

 

CRIADO

(Viendo la seña.) ¡Cinco!

PEPE

¿Ves?

 

Doña Isabel de Garay,

 

mujer de un aragonés;

 

doña Isabel de Romero,

 

que es mujer de un comerciante;

 

la vecina del tercero,

 

Isabelita Allustante;

 

Isabel de Manzanera,

 

que es una pianista coja.

CRIADO

¡Y mi tía, la portera!

PEPE

Justo. Doña Isabel Roja.

 

Esto sin contar la tuya;

 

anoche me encontré allí

 

el señor de Pérez, cuya

 

es la Isabel con que huí,

 

y si aún con esto te atreves

 

a dudar, debes saber

 

que tiene dos diez y nueves

 

esta calle.

LUIS

A ver, a ver.

PEPE

Espérate; dile ahora (Al CRIADO.)

 

lo que esta noche pasó.

CRIADO

¡Pues nada, que la señora

 

por poco se nos murió!

LUIS

¡Cómo!

CRIADO

Al pronto eran algunos

 

dolores...

LUIS

¿Qué?

CRIADO

Fuertecillos.

 

Y luego le dieron unos

 

movimientos conbolsillos.

PEPE

¡Convulsivos!

CRIADO

Es verdad

 

conversivos, sí señor;

 

y con esta novedad

 

yo me fui a por un doctor.

LUIS

Pero...

CRIADO

Y estuvo alarmado

 

y se quedó en esta sala:

 

¡si la señora ha pasado

 

una noche muy remala!

LUIS

Pero es posible.

PEPE

Y decía:

 

¡Luis, ya no te vuelvo a ver!

CRIADO

Eso.

LUIS

¡Pobrecita mía;

 

en dónde está mi mujer!

PEPE

Si aún dudas de la aflicción

 

de la que es de tu alma dueña,

 

o no tienes corazón

 

o será de bronce o peña.

LUIS

Déjame.

PEPE

Vete. (Al CRIADO.)

CRIADO

¡Volando! (Vase.)

PEPE

¿Y qué le voy a decir

 

cuando te ha estado esperando

 

larga noche sin dormir?

LUIS

Tú me ayudarás.

PEPE

Sin duda.

LUIS

¡Pero ahora recuerdo yo!

 

¡Tú necesitas ayuda!

PEPE

¡Cómo!

LUIS

¡Vaya! ¡Más que yo!

 

Si el brigadier va a venir

 

para batirse contigo.

PEPE

¿Cómo?

LUIS

Te va a dividir.

PEPE

¿Y por qué?

LUIS

Por mal amigo.

 

Porque las mujeres son

 

de sentimientos perversos;

 

si tu Isabel, tu pasión,

 

fue el objeto de los versos.

 

¡Si esa Isabel que has robado

 

delante de sus narices

 

es el diablo!

PEPE

(¡Ay qué fregado!)

 

¡Hombre, mira lo que dices!

LUIS

Nada, quedamos unidos

 

para este mutuo tapujo.

PEPE

¡Pues señor, bien! (¡Hay maridos

 

que tienen ojos de hijo!)

   

Escena VII

 

DICHOS, ISABEL, con una venda por la cara.

 
   

LUIS

¿Se puede?... ¡Isabel!

ISABEL

¡Ay!

LUIS

Hija,

 

¿conque has estado tan mal?

ISABEL

¡Muy mal!

LUIS

Deja que me aflija.

PEPE

(Está escamado.) (Ap. a ISABEL.)

LUIS

¿Y qué tal?

ISABEL

Ya estoy mejor.

LUIS

Y yo en tanto...

 

condenado ministerio,

 

toda la noche hecho un santo.

ISABEL

(Cuidado que miente serio.)

 

Estuviste...

LUIS

En el Congreso

 

con este y con un señor.

ISABEL

¿De veras?

PEPE

¡Vaya!

ISABEL

(Amenazadora.) ¡Ay!...

LUIS

¿Qué es eso?

ISABEL

(Disimulo.) ¡Que me repite el dolor!

LUIS

¡Toda la noche! El deseo

 

de lograr lo del destino,

 

pero tendremos empleo

 

muy pronto.

ISABEL

¿Sí eh? (Ah, indino.)

LUIS

Sólo con hombres he hablado,

 

celosa mía, respira.

ISABEL

(Qué mentir más descarado.)

 

Hombre, parece mentira.

LUIS

¿Qué?

PEPE

(Chist.)

ISABEL

Mentira... parece

 

que toda una noche...

LUIS

¡Toda!

PEPE

Pero eso en Madrid se ofrece...

LUIS

¡El trasnochar está en moda!

PEPE

Los gobernantes al menos

 

gobiernan en horas tales.

LUIS

Justo, son unos serenos...

PEPE

Justo, constitucionales.

LUIS

Conque ya mejor...

ISABEL

Sí a fe.

 

Ya este pañuelo me estorba.

 

¡Aaah!

LUIS

Se me figura...

PEPE

¿Qué?

LUIS

Que tiene la cara torva.

 

La prueba de lo que digo

 

muy pronto la vas a ver.

 

Pepito tiene un amigo

 

muy íntimo, un brigadier

 

que nos ofreció sacarnos

 

de este agobio que me asedia.

 

Y hoy aquí vendrá a buscarnos

 

a las diez o diez y media.

ISABEL

¡Aquí! (Ay Dios, me ya a encontrar

 

y me va a reconocer.)

LUIS

Te lo voy a presentar.

PEPE

(¡Esta manzana va a arder!)

ISABEL

No me lo presentes, no.

LUIS

Ya lo creo, y ya no tarda.

ISABEL

¡Ay!

LUIS

¿Qué es eso?

ISABEL

Que volvió

   
 

el dolor... (Marchándose.)

LUIS

¡Pero oye, aguarda!

ISABEL

Me voy a acostar.

PEPE

(¡Qué lío!)

CRIADO

Aquí viene un brigadier.

PEPE

(¡Madre de Dios!)

ISABEL

¡Ay Dios mío!

 

¡Me voy!

LUIS

¡Espera, mujer!

 

te presento a ese señor

 

y te marchas.

ISABEL

¡No! no veo...

LUIS

Mujer, es mi protector.

PEPE

(¡Su protector! ¡Ya lo creo!)

ISABEL

¡Adiós!

LUIS

¡Ves qué grosería?

PEPE

Déjame solo con él.

LUIS

No tal, que yo sentiría

 

verte hacer un mal papel.

PEPE

Hombre, si él viene a buscarme...

 

tú déjame estar a mí.

   

Escena VIII

 

DICHOS, el BRIGADIER.

 
   

BRIGADIER

Buenos días.

LUIS

¡Brigadier!

BRIGADIER

Hola. Aquí vengo a pedir

 

una explicación.

PEPE

Ya entiendo.

BRIGADIER

Yo no he podido dormir

 

pensando en que es un tuno...

PEPE

Oye, tú.

BRIGADIER

Déjame a mí

 

hablar, que tengo razón

 

y tengo algo que decir,

 

y no me vengas con músicas,

 

porque estoy muy harto; ¡muy!...

PEPE

¡Harto! ¡Es claro, cenarías

 

anoche como un mastín!

BRIGADIER

Mira, Pepito, soy hombre

 

pacífico, y si no fui

 

nacido en aristocracia,

 

me he sabido distinguir

 

en mi carrera a sablazos;

 

y nadie dirá de mí

 

que me ha superado nadie,

 

lo más que podrán decir

 

es que no tengo prinsipios,

 

pero alguno más serril

 

ha sido ministro y, vamos,

 

yo siempre lo he visto así,

 

que más vale un sable en mano

 

que una carrera sivil;

 

y en España hay mucho sabio,

 

pero aunque tengan de aquí

 

u de aquí... si no hay fusiles

 

y arman la de San Martín...

PEPE

La de San Quintín.

BRIGADIER

Pues bueno,

 

lo que sea; pero a mí

 

¿qué se me importa? yo creo

 

que tú eres por lo sivil

 

un sabio, mas yo te pego

 

dos bofetadas a ti.

LUIS

¡Brigadier!

BRIGADIER

El señor sabe

 

a lo que vengo; es decir,

 

que si has creído reírte

 

de mí... te voy a partir.

PEPE

No te entiendo.

BRIGADIER

Has dado anoche

 

un escándalo, y en fin,

 

esa mujer, yo... la quiero

 

y tú estás de más aquí.

PEPE

¿Cómo aquí?

BRIGADIER

Tú ya me entiendes.

 

De los dos ha de elegir,

 

o tú y yo; conque te mato

 

y así se queda sin ti.

 

Usté puede ser padrino. (A LUIS.)

 

Yo ya busqué.

LUIS

(¡Oh Dios! ¡Qué ardid!

 

¡Ya lo tengo! ¡Ya lo tengo!)

 

Brigadier, venga usted aquí.

(Llevándoselo aparte.)

 
 

(Pepe es casado.

BRIGADIER

¿Casado?

LUIS

En secreto.

BRIGADIER

Pero...

LUIS

Sí.

 

Es una historia muy larga.

BRIGADIER

¿Conque es casado? ¡Infeliz!

LUIS

¿Cómo infeliz?

BRIGADIER

Siga usted.

LUIS

Su mujer le hace sufrir.

 

¡Es celosa!

BRIGADIER

¡Ya!

LUIS

Y anoche

 

la mujer estuvo allí

 

sin avisarle...

BRIGADIER

Era ella...

LUIS

Le vio con otra.

BRIGADIER

¡Ah!

LUIS

Un desliz...

 

ciega de celos, le atrapa

 

y se lo lleva de allí

 

y arma la gresca.

BRIGADIER

¡Ah!

LUIS

Por eso

 

me asusté yo tanto...

BRIGADIER

¡Ah, sí?

LUIS

Usted no tiene derecho

 

para ofenderse, que al fin

 

es su... mujer.

BRIGADIER

¡Ya lo creo!

 

¿Qué se diría en Madrid?

LUIS

Yo voy a buscar ahora

 

a mi mujer, y a venir

 

a presentársela a usted.)

 

(A PEPE.) (Te he salvado.)

BRIGADIER

(Me lucí.)

PEPE

(¿Qué has hecho?

LUIS

Pagarte el grande

 

favor que me hiciste a mí.)

   

Escena IX

 

BRIGADIER, PEPE.

 
   

BRIGADIER

Pepito, Dios, que es testigo,

 

que siento lo que ha pasado.

PEPE

¡Qué cambio!

BRIGADIER

Ya me ha contado

 

lo sucedido tu amigo.

 

Ella es guapa... y qué iba a hacer,

 

si me gustaba... y creía

 

que no...

PEPE

Mas...

BRIGADIER

Yo no sabía...

PEPE

¿El qué?

BRIGADIER

Que era tu mujer.

PEPE

(¡Ah! le ha dicho que es mi esposa.

 

¡Bravo! ella no le ha de hablar

 

ni verle...)

BRIGADIER

Has de perdonar...

PEPE

¡Ajajá! Eso es otra cosa.

 

Porque eso de que un extraño

 

quisiera con tal franqueza

 

darme un dolor de cabeza...

BRIGADIER

¡Claro! Eso siempre hace daño.

 

Pero te repito...

PEPE

Ahora

 

debes remediar el mal

 

dándome...

BRIGADIER

La credencial.

PEPE

¡Uf! (Mirando a LUIS, que entra con ISABEL.)

LUIS

Brigadier, mi señora.

   

Escena X

 

LUIS, ISABEL, el BRIGADIER, PEPE.

 
   

BRIGADIER

¡Su señora!!

PEPE

¡Hasta otro rato! (Marchándose.)

BRIGADIER

Espérate. (Corriendo a detenerle.)

ISABEL

(¡Ay Dios, qué apuro!)

BRIGADIER

¿Usted está bien seguro?

PEPE

(¡Hombre, cállate o te mato!)

BRIGADIER

¿Está casada con dos

 

por ventura?

PEPE

(¡Esto es muy grave!

 

¡Sí! ¡pero ella no lo sabe!)

BRIGADIER

¡Hombre!

PEPE

Cállate por Dios.

ISABEL

Yo me juzgo muy honrada

 

en conocer al que un día...

BRIGADIER

(¡Es ella!...) Señora mía...

ISABEL

(¡Calle usted!) (Tirándole de un lado.)

PEPE

(¡No digas nada!)

BRIGADIER

Francamente, yo protesto

 

y usted...

LUIS

(Llevándole ap.) (Pero, hombre, no es cosa

 

de ir a enterar a mi esposa

 

delante de él de todo esto.)

BRIGADIER

De esta hecha yo caigo en cama.

ISABEL

¡Ay Pepe! (Tirándole de la levita.)

PEPE

(Cargado.) ¡Estese usté quieta!

(Entra el CRIADO con una tarjeta.)

 

CRIADO

Aquí traen esta tarjeta.

LUIS

A ver.

ISABEL

Laura de Saldama.

PEPE

(Laura aquí.)

ISABEL

(Se van a ver;

 

ama a mi esposo.

PEPE

Sin duda.)

LUIS

¡La conoceré! (Contento.)

BRIGADIER

¿La viuda

 

de Saldama?

LUIS

¡Cómo!

ISABEL

¿A ver?

 

¡Que pase!

LUIS

¿La viuda y ella

 

son la misma?

PEPE

Sí.

LUIS

(¡Ay qué apuro!

 

¡me descubre de seguro!)

 

¡Hasta mañana! (Marchándose.)

ISABEL

Alto ahí.

 

¿Adónde vas?

LUIS

A Pozuelo.

 

¡Vuelvo!

ISABEL

¡No! ¡Qué grosería!

 

Que no ha de llegar un día

 

en que la veas.

LUIS

(Me vuelo.)

ISABEL

¿Te vas a marchar ahora?

LUIS

Nada, que no me detengo.

ISABEL

¿Ve usté que marido tengo? (Al BRIGADIER.)

BRIGADIER

¿Pero cuál de ellos, señora!

ISABEL

¿Cómo cuál de ellos!

PEPE

Ninguno.

LUIS

Vete adentro, curiosona.

BRIGADIER

Francamente, en Barselona

 

no suelen tener más que uno.

PEPE

(Escurrámonos de aquí.

BRIGADIER

Yo voy a cantar de plano.

PEPE

Hombre, ven, dame la mano

 

y vámonos por ahí.)

ISABEL

Venga usté, tengo que hablarle.

BRIGADIER

Ah, busca usted un tercero...

PEPE

¡Hombre, para ya!

LUIS

No quiero.

BRIGADIER

Voy a acabar por matarle.

PEPE

Esa mujer va a venir.

LUIS

¿Le has dicho que en casa estamos?

CRIADO

Lo ignoro.

LUIS

Hombre, ¿en qué quedamos?

CRIADO

Pues usté lo ha de decir.

PEPE

Oigo seda...

LUIS

Adiós, José.

PEPE

¿Y qué le digo, simplón?

LUIS

Tírala por el balcón.

 

Estoy a los pies de usté. (Al BRIGADIER.)

PEPE

¿Sí? Pues tú recibirás

 

por ellos a la viudita. (Id.)

BRIGADIER

No, si yo tengo una cita

 

aquí dentro.

PEPE

¡Cuerno! ¡Atrás!

 

¿Qué vas a hacer?

BRIGADIER

Ayudarte.

PEPE

Es mi mujer.

BRIGADIER

¿Pues no digo?

 

¿No has partido con tu amigo?

 

Tomo una tercera parte.

PEPE

Venga usted. Yo estoy confuso;

 

a bien que hay dentro otra puerta...

BRIGADIER

¡Eh, buen amigo, ojo alerta,

 

ahí se ha colado un intruso!

   

Escena XI

 

PEPE, LAURA.

 
   

PEPE

¡Qué noche, qué madrugada,

 

y qué mañana y qué día!

(Entra LAURA precipitadamente, nerviosa.)

 

LAURA

Pues señor, nadie diría

 

que esta casa está habitada.

 

Hola Pepe, bien hallado;

 

me alegro de verle a usted,

 

porque me hará la merced

 

de decirme qué ha pasado,

 

qué ha podido motivar

 

un paso como el de ayer;

 

irse con esa mujer

 

dando a la gente que hablar.

 

Qué clase de relaciones

 

median, y que yo ignoraba,

 

entre usted y la que estaba

 

deshonrando mis salones.

 

No puede usted figurarse

 

lo que allí se murmuró;

 

ya el escándalo se dio

 

y no puede remediarse;

 

ella desapareció

 

y la crítica no muerde

 

a gente oscura; quien pierde

 

en este asunto soy yo;

 

porque ¿cómo he de seguir

 

recibiendo en una casa

 

en que ya cuentan que pasa

 

lo que así da que decir?

 

¡Un soltero, una casada

 

saliendo de un baile a gritos,

 

y marchándose juntitos

 

por una puerta excusada!

 

¡Así charlaba la gente!

 

¡Bueno le ponen a usté!

 

Francamente, yo no sé,

 

como usted, que es tan prudente,

 

ha podido dar lugar

 

a estos dimes y diretes,

 

que lo hagan los mozalvetes...

 

¡pero un hombre regular!

 

Cosa es para que se enoje

 

todo el mundo; yo no sé

 

cómo haga... ¡y si viera usté

 

en qué situación me coge!

 

yo que daba reuniones

 

y bailes buscando socios

 

para activar mis negocios

 

gordos en altas regiones.

 

Yo que con santa paciencia

 

sufro mis deudas y atrasos,

 

mientras estoy dando pasos

 

para tener influencia,

 

y estaba dando los bailes,

 

para cobrar unos ciertos

 

créditos que tengo muertos

 

de allá de cuando los frailes,

 

y un semestre de cupón

 

perdiendo doce mil reales,

 

¡y unos bienes nacionales

 

que tengo de mogollón!

 

Yo que me estoy arruinado

 

por ver si las relaciones

 

me procuran ocasiones

 

de ir mis cosas arreglando,

 

y traigo a casa quizás

 

con el pretexto del té,

 

a personas que yo sé

 

que hacen eso y mucho más.

 

Yo me encuentro por ustedes

 

murmurada y ofendida,

 

y otra vez sola y metida

 

entre mis cuatro paredes.

 

Debo los tés, los refrescos,

 

las comidas, el Champaña,

 

y todo por una extraña

 

y un... ¡pues hijo, estamos frescos!

 

no me conoce usté a mí;

 

sepa usted que he decidido

 

venir y hablar al marido,

 

un hombre a quien nunca vi,

 

y a quien puedo hablar muy claro,

 

y por si acaso lo ignora,

 

le diré que su señora

 

y usted, con harto descaro,

 

deshonrando mis salones,

 

han deshonrado su nombre:

 

veremos a ver si es hombre

 

que aguanta sofocaciones,

 

y ya que yo estoy perdida,

 

me vengaré, armando grescas,

 

y hablaré, y diré mil frescas

 

a esa amiga fementida,

 

y a usted le he de denostar,

 

y pues que iracunda estoy...

 

pero en fin, callo, porque hoy

 

no tengo ganas de hablar.

PEPE

¡Aranjuez! ¡Parada y fonda!

LAURA

¡Cómo!

PEPE

¡Que el cielo desagua!

LAURA

Pero...

PEPE

Mientras toma usted agua

 

déjeme usted que responda.

 

(El plan que tengo tramado

 

va a salvar la situación;

 

¡pero qué imaginación

 

tengo yo y no lo he notado!)

 

Olvide usted lo de anoche.

LAURA

¿Olvidarlo?

PEPE

Sí; olvidemos

 

ya lo pasado y pensemos

 

en el teatro, en el coche,

 

en la casa, en la modista,

 

el comerciante, el casero,

 

el cochero, el peluquero,

 

el aguador y el mueblista.

LAURA

Pero... ¿esto es algún ardid?

PEPE

Aún puedo yo hacer favores.

 

¿Son muchos los acreedores?

LAURA

Uno Solo.

PEPE

¿Quién?

LAURA

¡Madrid!

PEPE

Señora...

LAURA

Debo a Honorina

 

los trajes de este verano,

 

a Lhardy, a Prats, a Escribano,

 

a Augusto y a la Isolina.

PEPE

¡Total!

LAURA

No es fácil contar,

 

mas los primeros apuros...

 

los pago con dos mil duros.

PEPE

¡Pues los vamos a pagar!

LAURA

¿Cómo?

PEPE

No ha de ser eterno

 

el apuro.

LAURA

Los hay tales...

PEPE

Yo pongo doce mil reales.

LAURA

¿Y lo demás?

PEPE

El gobierno.

 

Allí en una carterita

 

tengo los doce...

LAURA

Abreviemos

PEPE

(Era mi plan... ¡ayudemos

 

a los pobres de levita!)

LAURA

¿Qué debo de hacer?

PEPE

¡Mentir!

LAURA

¡Pero si no hago otra cosa!

 

¿Esa suma apetitosa

 

cuándo la he de recibir?

PEPE

Así que el nudo gordiano

 

acabemos de romper:

 

lo demás el Brigadier

 

lo arreglará con su hermano,

 

y cobrará usté esos picos

 

y cobrará usté el papel.

LAURA

El Brigadier...

PEPE

Mando en él.

LAURA

El Brigadier es tan rico...

PEPE

Un poco bruto...

LAURA

Adelante;

 

esas son suposiciones.

PEPE

¡Bueno!

LAURA

Con cuatro millones

 

no hay ningún hombre ignorante.

PEPE

¡Ah!

LAURA

¿Qué es eso?

PEPE

No hay freno

 

a mi labio; ¡oh, quién creyera!...

 

¡Va usted a ser brigadiera!

LAURA

¿Yo? ¡No me lo hará uste bueno!

PEPE

Venga usted, voy a enterarla

 

del asunto.

LAURA

(¡Es una perla

 

este hombre!)

PEPE

¡Voy a entenderla,

 

a servirla y a casarla!

LAURA

¿Pero usted qué es lo que quiere?

PEPE

Usted hará de aquí a un rato

 

un drama que no se espere,

 

y con todo el aparato

 

que su argumento requiere.

   

Escena XII

 

LUIS, el BRIGADIER, ISABEL.

 
   

LUIS

Pero hombre, venga usté aquí.

ISABEL

Pero hombre, venga usté acá.

BRIGADIER

¿Dónde está Pepe?

ISABEL

No está.

LUIS

Pero óigame usted.

ISABEL

¡No! A mí.

LUIS

¿Será terco este señor?

 

pero hombre, ¿no se ha empeñado

 

en que yo no estoy casado

 

con mi mujer? ¡es valor!

ISABEL

(No le he podido hablar sola

 

y está la mentira en pie.)

BRIGADIER

Ayer... no me pise usté. (A ISABEL.)

 

Ayer noche...

 

(Le pisa LUIS.) ¡Dale bola!

 

¡Lejos, lejos!...

(Se apartan a ambos lados.)

 
 

El señor

 

estuvo anoche...

ISABEL

Sí, eso

 

ya lo sé yo. En el Congreso.

BRIGADIER

No señora.

LUIS

¡Sí señor!

ISABEL

Estuvo allí con usté;

 

¡no es verdad, esposo mío?

LUIS

Sí, hija mía.

BRIGADIER

Este es un lío

 

que yo desenredaré.

 

Pepe, que armó aquel julepe

 

con usté...

LUIS

(A ISABEL.) ¿Y tú por qué soplas?

ISABEL

¿Yo?

BRIGADIER

Y este... me hizo unas coplas

 

para la mujer de Pepe.

ISABEL

Hombre, Pepe no es casado.

LUIS

¡Sí, mujer!

ISABEL

Si tú te empeñas...

LUIS

Claro.

ISABEL

¿Por qué me haces señas?

LUIS

Yo no; si es que estoy helado

 

y me caliento.

BRIGADIER

El señor

 

me halló en casa de la viuda.

ISABEL

¡Defiéndete, hombre!

LUIS

Sin duda.

BRIGADIER

Y usted...

LUIS

¡Defiéndete tú!

BRIGADIER

Y en fin, ¿hay más que buscar

 

a la viuda? Yo lo haré.

LOS DOS

No es preciso.

   

Escena XIII

 

DICHOS, PEPE, LAURA.

 
   

PEPE

Venga usté.

ISABEL

¡Laura!

BRIGADIER

¡La viuda!

LUIS

La mar.

(Caen cada uno en una silla y se tapan la cara.)

 

LAURA

Señores...

LUIS

Calla.

ISABEL

¡Qué horror!

PEPE

(A LUIS.) ¡Despierta!

LAURA

Se han desmayado.

BRIGADIER

¡Amén!

LAURA

¡Parece que ha entrado

 

en casa el comendador!

ISABEL

Amiga mía...

LAURA

Señora...

ISABEL

Muy buenos días.

LAURA

Muy buenos.

 

¡Cuánto la echamos de menos

 

anoche! hasta última hora

 

la estuvimos esperando

 

cuantos había en la sala.

ISABEL

Señora...

LAURA

¿Estuvo usté mala?

ISABEL

Sí, y aun ahora estoy... rabiando.

 

Rabiando... de unos dolores.

 

(Como la mire hablo claro.)

LAURA

Como hace tiempo tan raro...

BRIGADIER

Justo... con estos calores...

 

En diciembre...

ISABEL

Digo... frío...

BRIGADIER

¿Conque anoche la esperaba?

 

conque anoche, allí no estaba

 

esta señora...

ISABEL

¡Ay Dios mío!

LAURA

Hola, Brigadier...

BRIGADIER

Bons dies.

LAURA

Caballero... (A LUIS.)

LUIS

(Ap.) (¡Cataplún!)

 

Señora...

PEPE

(Aquí es ella.)

LAURA

¿Algún

 

amigo?

PEPE

(A LUIS) ¿De qué te ríes?

ISABEL

Es... mi esposo...

LAURA

¡Ah, ya! por fin

 

alcanzo el gusto de verle...

LUIS

(¿Será miope?)

LAURA

Y conocerle.

BRIGADIER

Yo estoy tocando el violín.

 

Conque usté nunca.

PEPE

(Ap. al BRIGADIER.) (¡Detente!)

ISABEL

(¡Chitón!) (Id.)

PEPE

(Silencio y perdona.)

BRIGADIER

¡Señores, en Barselona

 

se deja hablar a la gente!

LAURA

En Barcelona, ciudad

 

que bien conozco a fe mía,

 

y en que hay mucha cortesía,

 

talenlo y urbanidad;

 

todo el que tiene talento

 

lo emplea, y yo se lo digo,

 

en ayudar a un amigo

 

en un crítico momento.

LUIS

Gran lección.

ISABEL

No ha estado mal.

LUIS

Me quiere ayudar.

ISABEL

(Me tapa.)

BRIGADIER

Vaya, a mí no se me escapa.

 

¡Eso es por la credencial!

 

Pues la daré, pero antes...

LAURA

Antes, Brigadier, yo quiero

 

hablar con usted, y espero

 

que tenga usté más aguante.

 

Yo, que si antes por desidia

 

me callé, le diré ahora

 

que si ha habido una señora

 

a quien una ciega envidia

 

le ha hecho pensar que usted ansiaba

 

mi amor, y sólo por eso

 

anoche haciendo un exceso

 

con usted coqueteaba...

LUIS

¡Hola!

ISABEL

Proceder villano.

LAURA

Yo, Brigadier, no he sentido...

ISABEL

(Si no oyera mi marido...)

LAURA

(A ISABEL.) (Si habla usted, canto de plano.)

ISABEL

(Castigada estoy.)

LUIS

(¡Qué historia!)

LAURA

Tal vez esperó vencerme

 

esa mujer, y al poderme

 

humillar, cantar victoria

 

Pero aunque me haya vencido,

 

yo me quedo... tan contenta.

PEPE

(Qué ocasión te se presenta...)

BRIGADIER

(¡Es verdad!) Pues... ¡no ha vencido!

PEPE

¿Cómo?

LUIS

¿Cómo?

ISABEL

¿Cómo?

LAURA

¿Cómo?

BRIGADIER

No coman ustedes tanto.

PEPE

(Tragó el anzuelo: es un santo.)

BRIGADIER

No venció ni por asomo,

 

porque esa mujer... quien sea,

 

que ya el nombrarla no importa...

PEPE

¡Bravo!

BRIGADIER

Se ha quedado corta,

 

y si lo ha hecho con idea

 

no ha de quedarse sin ver,

 

que, yo que al fin valgo algo,

 

yo le ofrezco cuanto valgo

 

con el alma a otra mujer.

 

Y en fin, contra más amigos,

 

más claros, señora mía; (A LAURA.)

 

aquí y a la luz del día,

 

y delante de testigos:

 

yo, Brigadier de cuartel,

 

pero con muchas pesetas,

 

y unas arcas muy repletas

 

de oro y de plata, y papel,

 

le ofrezco a usted mi persona,

 

mi corazón y mi casa,

 

mi fábrica de Tarrasa,

 

mis baños de Barcelona,

 

y las fincas en mi tierra,

 

y el alma y el corazón,

 

y haga usté resolución,

 

y amén; ¡y trágala, perra!

LAURA

¡Brigadier!...

PEPE

Dice muy bien;

 

es un partido excelente

 

y una persona decente,

 

honrado y hombre de bien.

LUIS

Y yo que por vez primera

 

veo a usted, quiero que jure

 

amor, y que se inaugure,

 

nuestra amistad.

ISABEL

(Si él supiera...)

LAURA

¿Y usted? (A ISABEL.)

ISABEL

Yo... apruebo...

PEPE

Es preciso.

BRIGADIER

(¡Otra te queda!)

ISABEL

(¡Qué risa!)

LAURA

¿Me deja usté hablar de prisa? (A PEPE.)

PEPE

Sí señora, doy permiso.

LAURA

Pues bien, yo amaba al señor.

BRIGADIER

¿De veras?

LAURA

Tiempo hace ya.

BRIGADIER

(¡La rabia que pasará!) (Por ISABEL.)

LAURA

Pero con secreto amor.

 

Hoy él su amor me declara;

 

soy sensible... soy mujer;

 

acepto, pues, Brigadier.

BRIGADIER

Gracias.

LUIS

(¡Qué mujer más rara!)

LAURA

Y vámonos ya de aquí,

 

que estorbamos.

LUIS

No por Dios.

LAURA

(A PEPE.) (¡Los he salvado a los dos!)

PEPE

¡Ya pasaré por allí!

ISABEL

Señora, cuando otra vez

 

dé un baile ya no estaremos

 

en Madrid.

LUIS

Ya, si tenemos

 

el destino.

LAURA

Sí pardiez.

 

De aquí vamos a buscarlo.

BRIGADIER

Yo lo aseguro.

ISABEL

¡Ah señor!

LUIS

Mi prudente bienhechor.

BRIGADIER

Pronto va usted a lograrlo.

LAURA

Y si a mi casa venir

 

quiere usted... Yo no le pido

 

el permiso a su marido

 

por si no la deja ir.

LUIS

¡Yo!

ISABEL

Se dan casos...

LUIS

En casa

 

no sucede...

LAURA

¿No?

LUIS

No tal.

LAURA

Cierto que haría usted mal

 

si de intolerante pasa,

 

que ha debido usté aprender,

 

que en el mundo no es posible

 

echarla de irreprensible,

 

porque todo puede ser.

 

Y el que desdeña tratar

 

a las gentes, se extravía,

 

porque, quién sabes si algún día

 

las podrá necesitar.

 

Echarlas de juez adusto

 

y rechazar todo el trato

 

de aquel a quien el relato

 

público maltrata injusto,

 

y a quien la chismografía

 

maltrata sin prueba alguna,

 

no es rectitud, es tontuna

 

o bajeza o cobardía.

 

Madrid es un poblachón

 

donde a todos nos dan palos,

 

a unos porque somos malos,

 

a otros porque no lo son.

 

No es muy honroso papel

 

el de huir, el de ocultarse;

 

más gloria hay en acercarse

 

al malo y luchar con él.

 

Usted que todos los días

 

habla un lenguaje tan duro,

 

¿estará usted bien seguro

 

de que no hace picardías?

 

¿No va usted alguna hora

 

a dar nocturnos paseos?

 

¿no dice usted chicoleos

 

mientras duerme su señora?

 

Si así fuera mereciera

 

que su señora una noche

 

saliera, tomara un coche

 

y a correr mundo se fuera.

 

Pero no, no, no lo hará,

 

que es muy buena y muy juiciosa,

 

y casera y hacendosa,

 

y aquí encerrada se está.

 

Siga, siga usted reacio

 

en extinguir su manía...

 

conque vamos, otro día

 

hablaremos más despacio.

ISABEL

(¡Bendita sea su boca!)

LUIS

(Ya me he salvado, a mí qué.)

BRIGADIER

(¡Fastidiarse!) ve.

LAURA

Pago, pues, yo estoy loca...

 

Pepe, hemos de ser los dos

 

muy ricos, y en corto plazo.

 

¡Pepe... deme usté un abrazo!

BRIGADIER

¡Vaya! ¡quedarse con Dios!

   

Escena última

 

PEPE, ISABEL, LUIS.

 
   

LUIS

Es un ángel.

ISABEL

¡Ay, respiro!

LUIS

¡Ay, Dios, qué susto he pasado!

PEPE

Ya no hay que hablar del pasado.

 

Ya venturosos os miro.

LUIS

Tu travesura.

PEPE

No hablar...

LUIS

Tu talento.

ISABEL

Su pericia.

LUIS

¡Basta, basta... de justicia!

ISABEL

¿Cómo podremos pagar?

PEPE

Siendo desde hoy más sinceros,

 

sin daros en la cabeza,

 

y teniendo más franqueza,

 

siempre juntos quiero veros.

 

Que es malo buscar desquite

 

de un daño que se ha sufrido,

 

y Dios manda que se evite

 

que la mujer y el marido

 

jueguen nunca al escondite.

Fin de la comedia